Aunque el presidente Mauricio Funes dijo tajantemente que en su mandato la desdolarización “es capítulo cerrado”, poniendo quietos así a algunos funcionarios de su gobierno que venían insistiendo en la posibilidad de volver al colón para recuperar la política monetaria, la amenaza vuelve al colón está latente de nuevo, aunque no en esta administración.
Lo dijo el diputado Jorge Schafik Handal, hijo del fallecido líder histórico del Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (Fmln), durante el acto de inauguración de un monumento a su padre el lunes 24 de enero, en el redondel La Gota del Bulevar Constitución.
“Es que la dolarización al igual que otras prácticas que se han tenido, hay que quitarlas, hay que revertirlas”. Así de tajante lo dijo, en clara alusión a que esa decisión la tomarán cuando el Fmln, con un candidato de hueso colorado, llegue al Ejecutivo, si el pueblo, por supuesto, se lo permite en las elecciones de 2014.
El político de izquierda se amparó en el informe de 60 años sobre desarrollo humano elaborado por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), en el que según él, se critica la dolarización por restringir las posibilidades de manejo de la economía y amortiguación de la crisis internacional por parte del Gobierno.
Tal vez hablándoles en nahuatl, los dirigentes de izquierda entienden que, aparte del sector exportador al que se le encarecen las materias primas y, por lógica, pierden cierta competitividad, a la hora de exportar, con la dolarización los 2.1 millones de empleados viven despreocupados del fantasma de la devaluación.
Ellos no logran entender que al volver al colón, y echar a andar la maquinita de hacer pisto sin respaldo en la capacidad productiva del país, se desatará en cuestión de meses un proceso de híper inflación que hará perder el poco poder adquisitivo o de compra que todavía conservan los salarios de los trabajadores pagados en dólares.
Por igual, los depósitos en cuentas bancarias cada día perderán valor, ya que a más colones emitidos, en la medida que se vayan escaseando los dólares, estos apreciarán su valor, y habrá necesidad de emitir cada vez más colones para tratar de igualar su valor, lo cual en poco tiempo hará reventar la burbuja con quién sabe qué catastróficas consecuencias económicas para la población, sobre todo la de escasos ingresos.
Por la misma razón, al cabo de poco tiempo, los exportadores, entre quienes hay algunos que han estado pujando porque se reinstale el colón, tendrán que pagar más colones por dólar para el pago de sus materias primas importadas y, por la misma razón, se les volverán a encarecer las exportaciones y, en menos de lo que canta un gallo, perderán competitividad ante sus competidores regionales y extra regionales.
Las tasas de interés de los créditos bancarios también se incrementarán, al grado que si hoy se paga entre 8% y 11%, una vez se vuelva al colón las tasas podrían saltar con toda seguridad a cerda del 20 y hasta 22 por ciento.
Se encarecerá así el crédito productivo y por consecuencia, los nuevos bienes y servicios tendrán una razón más para subir de precio, mientras los salarios cada vez más pierden poder adquisitivo, es decir que constantemente se le estará rebajando el salario a los trabajadores y empeorando sus condicione de vida.
Además, al ser el colón una moneda no aceptada internacionalmente hará surgir de nuevo el mercado negro de dólares, lo que apreciará la divisa estadounidense y abaratará el precio de los futuros “atlacatl” con todas las consecuencias que ello traerá para la cada vez más maltrecha economía del país.
Así que, contrario a lo que hizo el Gobierno de ARENA, durante la administración de Francisco Flores, de no consultar con expertos de todas las tendencias, montar foros de discusión académica sobre el tema, antes de implementar la dolarización, así, si el Fmln está al frente del Gobierno de turno en 2014, deberá hacer todo eso para ver si conviene o no volver al colón.
Es más, después de que se hayan hecho todos esos debates de manera pública y, de ser posible, un pacto de nación, debería convocar a un plebiscito para ver si la mayoría de la población le da el sí o el no a la restauración del colón. En lo personal, creo que si hay un amplio debate público sobre el tema, se terminará imponiendo el no al colón.
miércoles, 26 de enero de 2011
viernes, 21 de enero de 2011
Subsidio al gas, un riesgo político
La discusión sobre si debe o no liberarse el precio del gas propano, más allá del ahorro para el erario público, ha tomado un giro netamente político. Y es que después de que dirigentes de la empresa privada le tomara la palabra a los centros de pensamiento y analistas económicos para reorientar el subsidio que el Gobierno da a los consumidores, ahora la pelota llegó a la cancha legislativa.
Aunque desconozco si la focalización del subsidio al gas licuado de petróleo (GLP) se puede implementar mediante un decreto ejecutivo, lo cierto es que en la sesión plenaria del 20 de enero, los diputados aprobaron con 59 votos enviar a estudio de la comisión de economía del Parlamento una propuesta que podría postergar el subsidio al gas propano.
La iniciativa fue presentada por la fracción legislativa del partido Alianza Republicana Nacionalista (ARENA), y busca que la población continúe gozando del beneficio actual y que no se focalice como lo pretende el Gobierno.
Esta misma semana (17-21 de enero) el presidente Mauricio Funes adelantó que analizará con mayor detenimiento el esquema de focalización del subsidio elaborado por el Ministerio de Economía, y que dependiendo de la información que le proporcione el gabinete económico, él decidirá si entra o no en febrero próximo, pero afirmó que la focalización "va, porque va".
El problema fundamental más, allá de algunas fallas técnicas que contiene el mecanismo para impulsarlo, ahora es político, más pensando en los votos que el partido en el Gobierno podría perder en las próximas elecciones legislativas y municipales.
Ahora bien, me parece que la propuesta de ARENA para que la comisión legislativa de economía analice los efectos de la liberación del precio del GLP en el bolsillo de los consumidores, tiene dos propósitos, uno, y el más aceptable, depurar el mecanismo para que sus efectos perversos sean los menores posibles y, dos, provocar que la entrada en vigencia del mismo se haga lo más cerca posible de las elecciones del próximo año.
Con esto, en el fondo, lo que pretende la bancada tricolor y el resto de fracciones que lo aprobaron, es que los efectos negativos de la medida estén frescos en la mente de los votantes, a fin de que den un voto de castigo al partido en el Gobierno y con ello recuperar ciertos escaños legislativos que perdió tras la fuga de algunos de sus diputados.
A mí, en lo personal, me parece que no deberían darle largas al asunto, y que se apruebe por decreto ejecutivo o legislativo, solo para los que consumen menos de 99 kilovatios hora mes, e incluir a los que no tienen energía eléctrica, por supuesto, ya que son familias realmente muy pobres; además deberá excluirse a los ranchos de playa y segundas casas, que mucha gente acomodada tiene en las grandes ciudades y otros lugares rurales del país, como fincas, por ejemplo, en aras de aplicar la medida con justicia y en beneficio solo de los más pobres.
Para no complicar el mecanismo elaborado, a menos que se encuentre uno mejor que se puede implementar más adelante, y evitar que se preste a corrupción, se debería dejar fuera a todos los pequeños negocios, pupuserías, tortillerías, comedores, panaderías, taquerías, carritos de “hog dog”, cafeterías y tortas “mexicanas”, por mencionar los más comunes que usan gas para preparar esos alimentos.
¿Por qué? Porque al incluirlos, el sistema se convertiría en una piñata que todo mundo querrá reventar para su propio beneficio, ya que es casi seguro que la mayoría de estos comerciantes siempre aumentarán el costo de sus productos, aduciendo que los han dejado fuera de la subvención estatal.
Por otra parte, no faltarán aquellos aprovechados que se inventarán pequeños negocios como estos, aunque “la venta” solo se haga para quienes viven en casa, y que con la mentirita piadosa de que no se vende, se beneficiarán de la medida.
Por otra parte, al margen de que el Gobierno no haya sido capaz de encontrar otro mecanismo mejor, como dicen algunos analistas, que solo critican y poco proponen, porque ni ellos mismos, igual que yo, no saben cómo hacerlo, y sino que lo digan a ver qué tan perfecto es su modelo, creo que debe echarse andar lo antes posible, basado en el universo de quienes consumen menos de 99 kilovatios hora mes, agregando las viviendas que no cuentan con energía eléctrica y sacando del sistema a los propietarios de ranchos de playa y segundas casas tanto en las ciudades como en el campo.
Los que consumimos arriba de 99 kilovatios hora mes algún poder de compra tenemos, y creo que es de justicia sacrificarnos en aras del bienestar de los más pobres y en especial de los extremadamente pobres.
Así el Gobierno puede cumplir su cometido de ahorrar más de 60 millones de dólares y honrar su compromiso ante el Fondo Monetario Internacional y otros organismos financieros multilaterales como el Banco Mundial y el Banco Interamericano de Desarrollo que casi han condicionado seguir concediendo créditos al país, a cambio de que se implemente la focalización al GLP.
Creo que es lo mejor si se quiere conservar la poca solvencia de las finanzas públicas y no complicarlas más, pues el país está a milímetros de ahorcarse en el árbol del FMI, como prestamista de última instancia, y eso no nos conviene a los salvadoreños, que siempre hemos demostrado que tenemos la creatividad y el coraje para salir adelante aún de las más duras pruebas, como el conflicto armado (que ya no debemos recordar), tormentas y terremotos.
Presidente, si yo estuviera en su puesto, lo implementaría desde febrero y asumiría el costo político que pueda traer la medida.
Hay heridas tan dolorosas, que es preferible curarlas de una vez aunque la medicina sea amarga en lugar de mantenerlas sangrando toda la vida.
Aunque desconozco si la focalización del subsidio al gas licuado de petróleo (GLP) se puede implementar mediante un decreto ejecutivo, lo cierto es que en la sesión plenaria del 20 de enero, los diputados aprobaron con 59 votos enviar a estudio de la comisión de economía del Parlamento una propuesta que podría postergar el subsidio al gas propano.
La iniciativa fue presentada por la fracción legislativa del partido Alianza Republicana Nacionalista (ARENA), y busca que la población continúe gozando del beneficio actual y que no se focalice como lo pretende el Gobierno.
Esta misma semana (17-21 de enero) el presidente Mauricio Funes adelantó que analizará con mayor detenimiento el esquema de focalización del subsidio elaborado por el Ministerio de Economía, y que dependiendo de la información que le proporcione el gabinete económico, él decidirá si entra o no en febrero próximo, pero afirmó que la focalización "va, porque va".
El problema fundamental más, allá de algunas fallas técnicas que contiene el mecanismo para impulsarlo, ahora es político, más pensando en los votos que el partido en el Gobierno podría perder en las próximas elecciones legislativas y municipales.
Ahora bien, me parece que la propuesta de ARENA para que la comisión legislativa de economía analice los efectos de la liberación del precio del GLP en el bolsillo de los consumidores, tiene dos propósitos, uno, y el más aceptable, depurar el mecanismo para que sus efectos perversos sean los menores posibles y, dos, provocar que la entrada en vigencia del mismo se haga lo más cerca posible de las elecciones del próximo año.
Con esto, en el fondo, lo que pretende la bancada tricolor y el resto de fracciones que lo aprobaron, es que los efectos negativos de la medida estén frescos en la mente de los votantes, a fin de que den un voto de castigo al partido en el Gobierno y con ello recuperar ciertos escaños legislativos que perdió tras la fuga de algunos de sus diputados.
A mí, en lo personal, me parece que no deberían darle largas al asunto, y que se apruebe por decreto ejecutivo o legislativo, solo para los que consumen menos de 99 kilovatios hora mes, e incluir a los que no tienen energía eléctrica, por supuesto, ya que son familias realmente muy pobres; además deberá excluirse a los ranchos de playa y segundas casas, que mucha gente acomodada tiene en las grandes ciudades y otros lugares rurales del país, como fincas, por ejemplo, en aras de aplicar la medida con justicia y en beneficio solo de los más pobres.
Para no complicar el mecanismo elaborado, a menos que se encuentre uno mejor que se puede implementar más adelante, y evitar que se preste a corrupción, se debería dejar fuera a todos los pequeños negocios, pupuserías, tortillerías, comedores, panaderías, taquerías, carritos de “hog dog”, cafeterías y tortas “mexicanas”, por mencionar los más comunes que usan gas para preparar esos alimentos.
¿Por qué? Porque al incluirlos, el sistema se convertiría en una piñata que todo mundo querrá reventar para su propio beneficio, ya que es casi seguro que la mayoría de estos comerciantes siempre aumentarán el costo de sus productos, aduciendo que los han dejado fuera de la subvención estatal.
Por otra parte, no faltarán aquellos aprovechados que se inventarán pequeños negocios como estos, aunque “la venta” solo se haga para quienes viven en casa, y que con la mentirita piadosa de que no se vende, se beneficiarán de la medida.
Por otra parte, al margen de que el Gobierno no haya sido capaz de encontrar otro mecanismo mejor, como dicen algunos analistas, que solo critican y poco proponen, porque ni ellos mismos, igual que yo, no saben cómo hacerlo, y sino que lo digan a ver qué tan perfecto es su modelo, creo que debe echarse andar lo antes posible, basado en el universo de quienes consumen menos de 99 kilovatios hora mes, agregando las viviendas que no cuentan con energía eléctrica y sacando del sistema a los propietarios de ranchos de playa y segundas casas tanto en las ciudades como en el campo.
Los que consumimos arriba de 99 kilovatios hora mes algún poder de compra tenemos, y creo que es de justicia sacrificarnos en aras del bienestar de los más pobres y en especial de los extremadamente pobres.
Así el Gobierno puede cumplir su cometido de ahorrar más de 60 millones de dólares y honrar su compromiso ante el Fondo Monetario Internacional y otros organismos financieros multilaterales como el Banco Mundial y el Banco Interamericano de Desarrollo que casi han condicionado seguir concediendo créditos al país, a cambio de que se implemente la focalización al GLP.
Creo que es lo mejor si se quiere conservar la poca solvencia de las finanzas públicas y no complicarlas más, pues el país está a milímetros de ahorcarse en el árbol del FMI, como prestamista de última instancia, y eso no nos conviene a los salvadoreños, que siempre hemos demostrado que tenemos la creatividad y el coraje para salir adelante aún de las más duras pruebas, como el conflicto armado (que ya no debemos recordar), tormentas y terremotos.
Presidente, si yo estuviera en su puesto, lo implementaría desde febrero y asumiría el costo político que pueda traer la medida.
Hay heridas tan dolorosas, que es preferible curarlas de una vez aunque la medicina sea amarga en lugar de mantenerlas sangrando toda la vida.
martes, 18 de enero de 2011
A prepararse para lo peor
Si los presagios del Banco Mundial acerca de que se revivirá la crisis de 2008 se llegaran a cumplir, entonces creo que retrocederíamos tanto que no me atrevo a pensar qué pasaría con el ejército de desempleados en este país y con las legiones de familias viviendo en pobreza absoluta y extrema.
Quienes sean los culpables de que estas crisis se vengan de un año para otro, no importa; si los chinos, los especuladores, los fondos buitres o los pícaros y estafadores como Madoff y compañía, pero si debe importar que los gobiernos estén preparados para enfrentarlas con cierto grado de éxito.
Pero en el caso de El Salvador, esa posibilidad está bastante difícil, por varias razones. Veamos las principales: Nos acaban de bajar la calificación de "BB" a "BB-" por parte de Standard & Poor's; nos vacunaron ya con la eliminación del subsidio a la energía para los que consumimos más de 99 kilovatios hora mes y, de ribete, nos pegaron otra buena enhebrada con el aumento del 8 por ciento a la factura eléctrica desde el 12 de enero.
Y como si eso fuera poco, los países productores y exportadores de petróleo ya hablan de que el precio de este comoditie va a llegar arriba de los $100 y hasta $120 el barril en los próximos meses, lo cual desataría una espiral inflacionaria que encarecería, incluso los boletos para entrar al infierno.
A lo anterior hay que agregarle que según el Banco Mundial viene una escasez de alimentos, como la soya, el trigo y la carne de res, debido a que el apetito de los chinos está creciendo cada día más, en la medida que su economía va mejorando, gracias a la llegada de más empresas provocada por la apertura comercial del gigante asiático.
Esto, si bien no sería el tiro de gracia, es probable que en algo también nos afecte en el desempeño de la economía local, sobre todo por la alta dependencia de la harina de trigo para el pan nuestro de cada día. Francés (largo y doblado) y de dulce, incluyendo las peperechas, que tanto nos gustan a los salvadoreños.
Y lo más reciente, es el anuncio de que ya se viene otra subida al precio del platillo favorito de los guanacos: los frijoles, por la escasez al irse agotando las pocas reservas que quedaron ante la raquítica cosecha del año pasado.
Añadamos ahora que estamos en un año pre electoral y que, como ocurre siempre, el fantasma de la incertidumbre política volverá a rondar por estos lares y, no me pregunten por qué, pero la inversión se congela o disminuye, hay fuga de capitales y en general la actividad productiva disminuye.
Ahora con mucha más razón, pues mucho se especula, que ante el resquebrajamiento del principal partido de oposición: ARENA, la balanza legislativa se vaya a inclinar tanto que le pudiera dar mayoría absoluta al FMLN gobernar con pleno libertinaje y conducir al país hacia el temido Socialismo del Siglo XXI.
Entonces sería el acabóse para las leves esperanzas que quedan de reactivar la economía, ya que comenzaría el éxodo masivo de capitales, se paralizaría la poca inversión privada en ejecución o por ejecutarse, no llegaría más inversión extranjera directa; el empleo seguiría cayendo, igual que el consumo que enfriaría cada vez más la dinámica económica.
Y como dije en otro comentario: la cosa se está poniendo peluda.
Quienes sean los culpables de que estas crisis se vengan de un año para otro, no importa; si los chinos, los especuladores, los fondos buitres o los pícaros y estafadores como Madoff y compañía, pero si debe importar que los gobiernos estén preparados para enfrentarlas con cierto grado de éxito.
Pero en el caso de El Salvador, esa posibilidad está bastante difícil, por varias razones. Veamos las principales: Nos acaban de bajar la calificación de "BB" a "BB-" por parte de Standard & Poor's; nos vacunaron ya con la eliminación del subsidio a la energía para los que consumimos más de 99 kilovatios hora mes y, de ribete, nos pegaron otra buena enhebrada con el aumento del 8 por ciento a la factura eléctrica desde el 12 de enero.
Y como si eso fuera poco, los países productores y exportadores de petróleo ya hablan de que el precio de este comoditie va a llegar arriba de los $100 y hasta $120 el barril en los próximos meses, lo cual desataría una espiral inflacionaria que encarecería, incluso los boletos para entrar al infierno.
A lo anterior hay que agregarle que según el Banco Mundial viene una escasez de alimentos, como la soya, el trigo y la carne de res, debido a que el apetito de los chinos está creciendo cada día más, en la medida que su economía va mejorando, gracias a la llegada de más empresas provocada por la apertura comercial del gigante asiático.
Esto, si bien no sería el tiro de gracia, es probable que en algo también nos afecte en el desempeño de la economía local, sobre todo por la alta dependencia de la harina de trigo para el pan nuestro de cada día. Francés (largo y doblado) y de dulce, incluyendo las peperechas, que tanto nos gustan a los salvadoreños.
Y lo más reciente, es el anuncio de que ya se viene otra subida al precio del platillo favorito de los guanacos: los frijoles, por la escasez al irse agotando las pocas reservas que quedaron ante la raquítica cosecha del año pasado.
Añadamos ahora que estamos en un año pre electoral y que, como ocurre siempre, el fantasma de la incertidumbre política volverá a rondar por estos lares y, no me pregunten por qué, pero la inversión se congela o disminuye, hay fuga de capitales y en general la actividad productiva disminuye.
Ahora con mucha más razón, pues mucho se especula, que ante el resquebrajamiento del principal partido de oposición: ARENA, la balanza legislativa se vaya a inclinar tanto que le pudiera dar mayoría absoluta al FMLN gobernar con pleno libertinaje y conducir al país hacia el temido Socialismo del Siglo XXI.
Entonces sería el acabóse para las leves esperanzas que quedan de reactivar la economía, ya que comenzaría el éxodo masivo de capitales, se paralizaría la poca inversión privada en ejecución o por ejecutarse, no llegaría más inversión extranjera directa; el empleo seguiría cayendo, igual que el consumo que enfriaría cada vez más la dinámica económica.
Y como dije en otro comentario: la cosa se está poniendo peluda.
viernes, 14 de enero de 2011
¡Qué comienzo de 2011!
Año Nuevo, vida nueva, dice el refrán. Y es que este 2011 El Salvador en vez de comenzar con pie derecho, lo hace bastante torcido, será casualidad; creo que no, porque ya van dos noticias lamentablemente negativas.
El 13 de enero, dos importantes entidades internacionales desmejoraron a El Salvador dos importantes indicadores que le toman el pulso a la actividad económica de los países. Se trata del Índice de Libertad Económica (ILE), elaborado por la Fundación Heritage y The Wall Street Journal; y la calificación crediticia, a cargo de Standard & Poor's.
En el caso del ILE se coloca al país en el puesto 39. Eso es 1.1 puntos menos que la calificación del año pasado, con énfasis en los derechos de propiedad y libertad frente a la corrupción.
En el caso de la calificación crediticia, S&P nos pasó de "BB" a "BB-", y aunque lo disfraza con "panorama estable", lo cierto es que vamos de mal en peor.
De acuerdo con el informe de la Fundación Heritage y The Wall Street Journal, la libertad económica de El Salvador sigue obstaculizada por las debilidades institucionales, en especial por un sistema judicial débil e ineficiente que necesita de reformas profundas.
Otro aspecto que pinta de mediocre al país es que ambas entidades afirman que la corrupción es significativa, a tal grado que el Índice de Percepción de la Corrupción de Transparencia Internacional ubica a El Salvador desde 2009 en el puesto 84 de 184 países, y todo apunta a que podría seguir cayendo por varios casos que han salpicado a algunos altos funcionarios de los órganos Ejecutivo y el Judicial.
El informe también señala que el país bajó 10 puntos en la protección de la propiedad privada, ya que las demandas se mueven muy lentamente y pueden ser costosas e improductivas. Aparte que las empresas manipulan el sistema legal y retrasan el cumplimiento definitivo de las sentencias. En este indicador, El Salvador aparece en la posición 71 de 125 naciones analizadas.
Aunque indica que "El Salvador ha dado pasos en los últimos años para mejorar su entorno empresarial, sin embargo, las regulaciones se hacen cumplir de manera incompatible", señala.
El reporte destaca que la ineficiencia judicial y la delincuencia son los principales obstáculos que enfrentan las empresas y por los cuales ven restringidas sus utilidades y por ello muchas no se animan a invertir más.
En cuanto al gasto público, los expertos indican que el país respondió a la recesión global principalmente a través de la reducción de gastos, disminución de la inversión pública y los préstamos, aunque esto no lo comparto, porque quienes vivimos aquí, sabemos que no es cierto, por más que lo diga el Gobierno.
Aquí está la contradicción del reporte de Heritage y el Wall Street Journal. El reporte dice que En el último año, el gasto total del Gobierno, incluyendo consumo y los pagos de transferencias, aumentaron ligeramente a 20 por ciento del PIB.
Retomando el informe de S&P, la rebaja de la calificación crediticia de "BB" a "BB-" se debe, según la calificadora, a la incertidumbre política que vive el país y que está afectando el desempeño de la economía.
Las discrepancias entre el presidente Mauricio Funes y el FMLN han acentuado la incertidumbre política y, como consecuencia, la economía camina sin rumbo, afirma la calificadora.
Según S&P "se espera que esto siga impidiendo el avance de una serie de reformas cruciales y finalmente debiliten la flexibilidad fiscal y las perspectivas de crecimiento económico".
Así las cosas, todo indica que el año de la esperanza, como creí que sería el 2011, se está convirtiendo poco a poco en el año del desespero.
A ello hay que agregar, las malas noticias del entorno internacional, como el pronóstico del alza de los precios de los principales comodities o materias primas y los alimentos que recién acaba de hacer el Banco Mundial, y para colmo el mismo día, como si todos se pusieron de acuerdo en que ese 13 de enero, el aniversario diez de los terremotos de 2001, se convierta en el jueves negro para El Salvador.
Ojalá, o como dicen los árabes "Oh Alá" que ese presagio tan negro no se concretice, porque entonces quien sabe si la economía y su base social resistan otro golpe que empuje de nuevo a terreno negativo el crecimiento del PIB.
Sería como acelerar un carro cuando va en reversa en una carretera que serpentea entre acantilados.
Así que si no queremos que el país se derrumbe tenemos que poner todo lo que esté a nuestro alcance tanto el Gobierno, como los empresarios y los trabajadores. Somos las tres fuerzas que podemos sacar al país adelante y lograr que se reviertan esos indicadores, para atraer inversión extranjera, que sumada a la privada local, nos ayude a fortalecer el tejido productivo capaz de generar empleo y bienestar para todos los salvadoreños.
Empezamos el año y de qué manera, pero los salvadoreños somos capaces de reponernos a toda adversidad y estas bajas de calificación son solo advertencias que nos harán recapacitar sobre lo que estamos haciendo mal, para comenzar a hacer mejor las cosas y levantarnos triunfantes como el Ave Fénix y más temprano que tarde poder gritarle al mundo "si se pudo".
El 13 de enero, dos importantes entidades internacionales desmejoraron a El Salvador dos importantes indicadores que le toman el pulso a la actividad económica de los países. Se trata del Índice de Libertad Económica (ILE), elaborado por la Fundación Heritage y The Wall Street Journal; y la calificación crediticia, a cargo de Standard & Poor's.
En el caso del ILE se coloca al país en el puesto 39. Eso es 1.1 puntos menos que la calificación del año pasado, con énfasis en los derechos de propiedad y libertad frente a la corrupción.
En el caso de la calificación crediticia, S&P nos pasó de "BB" a "BB-", y aunque lo disfraza con "panorama estable", lo cierto es que vamos de mal en peor.
De acuerdo con el informe de la Fundación Heritage y The Wall Street Journal, la libertad económica de El Salvador sigue obstaculizada por las debilidades institucionales, en especial por un sistema judicial débil e ineficiente que necesita de reformas profundas.
Otro aspecto que pinta de mediocre al país es que ambas entidades afirman que la corrupción es significativa, a tal grado que el Índice de Percepción de la Corrupción de Transparencia Internacional ubica a El Salvador desde 2009 en el puesto 84 de 184 países, y todo apunta a que podría seguir cayendo por varios casos que han salpicado a algunos altos funcionarios de los órganos Ejecutivo y el Judicial.
El informe también señala que el país bajó 10 puntos en la protección de la propiedad privada, ya que las demandas se mueven muy lentamente y pueden ser costosas e improductivas. Aparte que las empresas manipulan el sistema legal y retrasan el cumplimiento definitivo de las sentencias. En este indicador, El Salvador aparece en la posición 71 de 125 naciones analizadas.
Aunque indica que "El Salvador ha dado pasos en los últimos años para mejorar su entorno empresarial, sin embargo, las regulaciones se hacen cumplir de manera incompatible", señala.
El reporte destaca que la ineficiencia judicial y la delincuencia son los principales obstáculos que enfrentan las empresas y por los cuales ven restringidas sus utilidades y por ello muchas no se animan a invertir más.
En cuanto al gasto público, los expertos indican que el país respondió a la recesión global principalmente a través de la reducción de gastos, disminución de la inversión pública y los préstamos, aunque esto no lo comparto, porque quienes vivimos aquí, sabemos que no es cierto, por más que lo diga el Gobierno.
Aquí está la contradicción del reporte de Heritage y el Wall Street Journal. El reporte dice que En el último año, el gasto total del Gobierno, incluyendo consumo y los pagos de transferencias, aumentaron ligeramente a 20 por ciento del PIB.
Retomando el informe de S&P, la rebaja de la calificación crediticia de "BB" a "BB-" se debe, según la calificadora, a la incertidumbre política que vive el país y que está afectando el desempeño de la economía.
Las discrepancias entre el presidente Mauricio Funes y el FMLN han acentuado la incertidumbre política y, como consecuencia, la economía camina sin rumbo, afirma la calificadora.
Según S&P "se espera que esto siga impidiendo el avance de una serie de reformas cruciales y finalmente debiliten la flexibilidad fiscal y las perspectivas de crecimiento económico".
Así las cosas, todo indica que el año de la esperanza, como creí que sería el 2011, se está convirtiendo poco a poco en el año del desespero.
A ello hay que agregar, las malas noticias del entorno internacional, como el pronóstico del alza de los precios de los principales comodities o materias primas y los alimentos que recién acaba de hacer el Banco Mundial, y para colmo el mismo día, como si todos se pusieron de acuerdo en que ese 13 de enero, el aniversario diez de los terremotos de 2001, se convierta en el jueves negro para El Salvador.
Ojalá, o como dicen los árabes "Oh Alá" que ese presagio tan negro no se concretice, porque entonces quien sabe si la economía y su base social resistan otro golpe que empuje de nuevo a terreno negativo el crecimiento del PIB.
Sería como acelerar un carro cuando va en reversa en una carretera que serpentea entre acantilados.
Así que si no queremos que el país se derrumbe tenemos que poner todo lo que esté a nuestro alcance tanto el Gobierno, como los empresarios y los trabajadores. Somos las tres fuerzas que podemos sacar al país adelante y lograr que se reviertan esos indicadores, para atraer inversión extranjera, que sumada a la privada local, nos ayude a fortalecer el tejido productivo capaz de generar empleo y bienestar para todos los salvadoreños.
Empezamos el año y de qué manera, pero los salvadoreños somos capaces de reponernos a toda adversidad y estas bajas de calificación son solo advertencias que nos harán recapacitar sobre lo que estamos haciendo mal, para comenzar a hacer mejor las cosas y levantarnos triunfantes como el Ave Fénix y más temprano que tarde poder gritarle al mundo "si se pudo".
jueves, 13 de enero de 2011
La esperanza
Tal vez este comentario no tenga nada que ver con la temática de este blog, pero a veces es bueno filosofar sobre otros temas, quizá muy personales, y es posible que hasta valga la pena. Así que espero hacerlos meditar un poco.
Bien dice el refrán popular que las esperanzas no llenan, pero mantienen al tonto. Así que trata de no seguirlo siendo, y en vez de esperar, ponte en acción. La misma palabra de Dios dice: al que toca la puerta, se le abrirá, el que busca, encuentra, y al que pide, se le dará.
Es más, la oración misma significa que hay que orar (pedir) a Dios, pero a la vez que debemos ponernos en acción para conseguir lo que le pedimos.
Así que no te quedes allí “paradote”, esperando que todo te caiga del cielo, porque del cielo solo cae la lluvia, pero si no construyes la cisterna para almacenarla, seguirás pasando sed.
Nunca le pidas a Dios que haga todo por ti. Él ya hizo lo suficiente; te dio la vida, tus ojos para que te enseñen el camino, tus pies para que camines hacia la prosperidad, tus manos para que trabajes por tu bienestar, tu cerebro para que pienses como alcanzarlos y tu boca para que le pidas pero, sobre todo, te dio la libertad para que decidas tu propio destino.
Nunca te conformes con lo que tienes, a menos que lo que tengas no te alcance para compartirlo con tu familia, tus vecinos, tus amigos y los que nada o muy poco tienen.
Cuando le pidas a Dios que te ayude a conseguir algo, material sobre todo, ten fe de que Él lo hará, si estás dispuesto a compartir su bendición con otros. Pero si piensas solo para ti, lo más seguro es que tendrás que seguir esperando. Dios no contesta las oraciones egoístas.
Recuerda que las manos que siempre dan, nunca están vacías, es la ley de la recompensa; alguien tiene que desprenderse de lo que posee para que otro tenga y ese alguien es Dios, que siempre está dispuesto a darte, cuando sabe que tu harás lo mismo con lo que él te dé.
Pruébate, desiste de lo que no utilizas, no lo guardes pensando que algún día lo usarás, tampoco lo botes, como hacen muchos cuando pasa el camión de la basura, regálalo; siempre hay alguien que lo puede necesitar, a parte de que te creará un vació que de alguna forma tendrás que llenar y, por lo general, será con cosas nuevas.
Sé generoso, no seas como el azadón, que solo es para adentro, más bien sé como la pala, que siempre está dando y no se cansa de dar. La generosidad es el mejor don de Dios, que siendo el dueño de todo lo que es y existe, quiso compartir su creación con nosotros.
Recuerda que las cosas viejas acumuladas en casa no permiten que lleguen las nuevas, porque no hay espacio para más, así que llévalas a un albergue, dárselas a la gente pobre. Ellos te lo agradecerán, y Dios que conoce todas tus necesidades te recompensará en grande.
Bien dice el refrán popular que las esperanzas no llenan, pero mantienen al tonto. Así que trata de no seguirlo siendo, y en vez de esperar, ponte en acción. La misma palabra de Dios dice: al que toca la puerta, se le abrirá, el que busca, encuentra, y al que pide, se le dará.
Es más, la oración misma significa que hay que orar (pedir) a Dios, pero a la vez que debemos ponernos en acción para conseguir lo que le pedimos.
Así que no te quedes allí “paradote”, esperando que todo te caiga del cielo, porque del cielo solo cae la lluvia, pero si no construyes la cisterna para almacenarla, seguirás pasando sed.
Nunca le pidas a Dios que haga todo por ti. Él ya hizo lo suficiente; te dio la vida, tus ojos para que te enseñen el camino, tus pies para que camines hacia la prosperidad, tus manos para que trabajes por tu bienestar, tu cerebro para que pienses como alcanzarlos y tu boca para que le pidas pero, sobre todo, te dio la libertad para que decidas tu propio destino.
Nunca te conformes con lo que tienes, a menos que lo que tengas no te alcance para compartirlo con tu familia, tus vecinos, tus amigos y los que nada o muy poco tienen.
Cuando le pidas a Dios que te ayude a conseguir algo, material sobre todo, ten fe de que Él lo hará, si estás dispuesto a compartir su bendición con otros. Pero si piensas solo para ti, lo más seguro es que tendrás que seguir esperando. Dios no contesta las oraciones egoístas.
Recuerda que las manos que siempre dan, nunca están vacías, es la ley de la recompensa; alguien tiene que desprenderse de lo que posee para que otro tenga y ese alguien es Dios, que siempre está dispuesto a darte, cuando sabe que tu harás lo mismo con lo que él te dé.
Pruébate, desiste de lo que no utilizas, no lo guardes pensando que algún día lo usarás, tampoco lo botes, como hacen muchos cuando pasa el camión de la basura, regálalo; siempre hay alguien que lo puede necesitar, a parte de que te creará un vació que de alguna forma tendrás que llenar y, por lo general, será con cosas nuevas.
Sé generoso, no seas como el azadón, que solo es para adentro, más bien sé como la pala, que siempre está dando y no se cansa de dar. La generosidad es el mejor don de Dios, que siendo el dueño de todo lo que es y existe, quiso compartir su creación con nosotros.
Recuerda que las cosas viejas acumuladas en casa no permiten que lleguen las nuevas, porque no hay espacio para más, así que llévalas a un albergue, dárselas a la gente pobre. Ellos te lo agradecerán, y Dios que conoce todas tus necesidades te recompensará en grande.
martes, 11 de enero de 2011
Carta al presidente
Como ya pasó la Navidad y el día de los Reyes Magos, entonces le envío esta carta al presidente de los salvadoreños, no sé si de todos, pero quiero pedirle lo que cualquier ciudadano de a pie podría requerirle.
Primero que nada, que ya es hora de hacer algo por combatir los problemas fundamentales que aquejan a todas las personas que vivimos en este Pulgarcito de América, que son: La delincuencia, la falta de seguridad jurídica, aunque esto también depende de la Asamblea que hace las leyes y de la Corte Suprema de Justicia que debería hacer que se apliquen y cumplan; la falta de rumbo económico y las contradicciones entre él y su partido, que no reflejan la unidad de criterios con que se debe gobernar un país.
También que debe evitar, en cuanto le sea posible, seguir contratando deuda pública, a no ser que sea para inversión en actividades productivas, no se debe caer en la teoría keynesiana de abrir hoyos y volverlos a tapar solo para generar empleo; reducir el gasto corriente, y esto va con los tres órganos del Estado, como la compra de flotas de vehículos, a menos que sea estrictamente necesario; aviones, viajes al extranjero (evitando que vayan funcionarios innecesarios y periodistas), publicidad, aumentos de salarios (pues los empleados públicos son los que mejor ganan) y evitar el despilfarro de papelería, útiles y equipos de oficina, que es algo común en todas las entidades públicas, para mencionar algunos.
No espero que esos problemas se eliminen, porque sería una utopía, pero al menos que se reduzcan, con lo cual se enviará un mensaje de certidumbre tanto a los inversionistas locales como extranjeros para que comiencen a invertir aquí, con lo cual se generará empleo, crecerá el consumo y aumentará la recaudación tributaria, sin crear nuevos ni aumentar los impuestos, que se necesita para mejorar los servicios públicos, en especial la salud y la educación, que son pilares fundamentales para el desarrollo y crecimiento económico sostenido de largo plazo.
También debe evitar la tentación de subir impuestos o crear nuevos para aumentar la recaudación tributaria, mejor se deben buscar los mecanismos para hacer que paguen los que siempre han evadido y el sector informal que mueve grandes volúmenes de mercancías por medio de vendedores ambulantes.
Es de justicia que todos paguemos impuestos, y no que la carga tributaria recaiga únicamente sobre los mismos de siempre, en especial los asalariados que no tenemos manera de evitar que se nos descuente la renta de nuestros salarios, pues el empresario y los profesionales independientes se las arreglan para trasladar este impuesto a los consumidores.
Hay actividades productivas que por ser altas generadoras de empleo deberían tener incentivos, pero que no sean dádivas del Gobierno (como el drawback) o las exenciones fiscales, sino más bien crear la infraestructura y condiciones de operatividad necesarias para mejorar su desempeño.
Lo anterior pasa por mejorar el estado de las carreteras, bajar las tarifas en puertos y aeropuertos, bajar los intereses para capital de trabajo, reducir los trámites para la creación de empresas, concesionar a un inversionista de clase mundial y convertir el puerto de La Unión y su zona extraportuaria en un parque industrial donde se transformen las materias primas y se añada valor a algunas mercancías importadas para luego exportarlas.
Con la construcción de la Carretera Longitudinal del Norte, con los Fondos del Milenio (Fomilenio), que estará terminada el tercer trimestre del próximo año, se abre una buena oportunidad para descentrlizar gran parte de la estructura productiva nacional, lo cual puede llevar desarrollo a esa franja del territorio y, lo que es mejor, detener la migración del campo a las ciudades del gran San Salvador.
También se debe hace un mejor uso de los tratados de libre comercio, sobre todo el CAFTA, propiciando la atracción de empresas extranjeras de países como Brasil, China, India, Rusia (BRIC) y otros que por su enorme distancia con Estados, les saldría más barato establecerse en El Salvador y exportar desde aquí al mercado más grande del mundo y otras naciones con las que tenemos tratados de libre comercio.
En fin hay tanto que se puede hacer para que la economía de El Salvador despegue y crezca sostenidamente, pues tenemos la ventaja de que al ser pequeños solo necesitamos re dirigir nuestras exportaciones a aquellos países que son altos consumidores como Estados Unidos, México y Canadá, además de los que tenemos cerca en Centroamérica, Sur América y quizá Europa; para qué buscar mercados tan lejanos como los de Asia, si los costos respecto de sus vecinos nos van a sacar de competencia.
Con una buena política de exportaciones basada en añadir valor a lo importado, más los bienes netamente locales y tradicionales, lo único que falta es creatividad y atacar los principales problemas que nos mantienen estancados. Lo demás vendrá por añadidura.
Primero que nada, que ya es hora de hacer algo por combatir los problemas fundamentales que aquejan a todas las personas que vivimos en este Pulgarcito de América, que son: La delincuencia, la falta de seguridad jurídica, aunque esto también depende de la Asamblea que hace las leyes y de la Corte Suprema de Justicia que debería hacer que se apliquen y cumplan; la falta de rumbo económico y las contradicciones entre él y su partido, que no reflejan la unidad de criterios con que se debe gobernar un país.
También que debe evitar, en cuanto le sea posible, seguir contratando deuda pública, a no ser que sea para inversión en actividades productivas, no se debe caer en la teoría keynesiana de abrir hoyos y volverlos a tapar solo para generar empleo; reducir el gasto corriente, y esto va con los tres órganos del Estado, como la compra de flotas de vehículos, a menos que sea estrictamente necesario; aviones, viajes al extranjero (evitando que vayan funcionarios innecesarios y periodistas), publicidad, aumentos de salarios (pues los empleados públicos son los que mejor ganan) y evitar el despilfarro de papelería, útiles y equipos de oficina, que es algo común en todas las entidades públicas, para mencionar algunos.
No espero que esos problemas se eliminen, porque sería una utopía, pero al menos que se reduzcan, con lo cual se enviará un mensaje de certidumbre tanto a los inversionistas locales como extranjeros para que comiencen a invertir aquí, con lo cual se generará empleo, crecerá el consumo y aumentará la recaudación tributaria, sin crear nuevos ni aumentar los impuestos, que se necesita para mejorar los servicios públicos, en especial la salud y la educación, que son pilares fundamentales para el desarrollo y crecimiento económico sostenido de largo plazo.
También debe evitar la tentación de subir impuestos o crear nuevos para aumentar la recaudación tributaria, mejor se deben buscar los mecanismos para hacer que paguen los que siempre han evadido y el sector informal que mueve grandes volúmenes de mercancías por medio de vendedores ambulantes.
Es de justicia que todos paguemos impuestos, y no que la carga tributaria recaiga únicamente sobre los mismos de siempre, en especial los asalariados que no tenemos manera de evitar que se nos descuente la renta de nuestros salarios, pues el empresario y los profesionales independientes se las arreglan para trasladar este impuesto a los consumidores.
Hay actividades productivas que por ser altas generadoras de empleo deberían tener incentivos, pero que no sean dádivas del Gobierno (como el drawback) o las exenciones fiscales, sino más bien crear la infraestructura y condiciones de operatividad necesarias para mejorar su desempeño.
Lo anterior pasa por mejorar el estado de las carreteras, bajar las tarifas en puertos y aeropuertos, bajar los intereses para capital de trabajo, reducir los trámites para la creación de empresas, concesionar a un inversionista de clase mundial y convertir el puerto de La Unión y su zona extraportuaria en un parque industrial donde se transformen las materias primas y se añada valor a algunas mercancías importadas para luego exportarlas.
Con la construcción de la Carretera Longitudinal del Norte, con los Fondos del Milenio (Fomilenio), que estará terminada el tercer trimestre del próximo año, se abre una buena oportunidad para descentrlizar gran parte de la estructura productiva nacional, lo cual puede llevar desarrollo a esa franja del territorio y, lo que es mejor, detener la migración del campo a las ciudades del gran San Salvador.
También se debe hace un mejor uso de los tratados de libre comercio, sobre todo el CAFTA, propiciando la atracción de empresas extranjeras de países como Brasil, China, India, Rusia (BRIC) y otros que por su enorme distancia con Estados, les saldría más barato establecerse en El Salvador y exportar desde aquí al mercado más grande del mundo y otras naciones con las que tenemos tratados de libre comercio.
En fin hay tanto que se puede hacer para que la economía de El Salvador despegue y crezca sostenidamente, pues tenemos la ventaja de que al ser pequeños solo necesitamos re dirigir nuestras exportaciones a aquellos países que son altos consumidores como Estados Unidos, México y Canadá, además de los que tenemos cerca en Centroamérica, Sur América y quizá Europa; para qué buscar mercados tan lejanos como los de Asia, si los costos respecto de sus vecinos nos van a sacar de competencia.
Con una buena política de exportaciones basada en añadir valor a lo importado, más los bienes netamente locales y tradicionales, lo único que falta es creatividad y atacar los principales problemas que nos mantienen estancados. Lo demás vendrá por añadidura.
lunes, 10 de enero de 2011
Un año de esperanzas
2011 podría ser un año de esperanzas si el Gobierno, después de 18 meses de aprendizaje sobre la conducción del país, comienza a hacer bien las cosas, no digo que todo lo haya hecho mal, pero aparte de repartir migajas entre los más pobres, no ha hecho mucho para mejorar la situación económica de la clase media baja y media, que es sobre quienes recae la mayor parte del peso de mantener al Gobierno con el aporte de sus tributos.
De los que pagamos impuestos, no todos podemos evadir, ni debemos hacerlo; los desempleados y los pobres que ganan el salario mínimo no aportan tributos al fisco, con excepción del IVA que lo pagamos por igual en cada bien o servicio que consumimos.
A parte de ello, y en el caso del impuesto sobre la renta, Los inversionistas, empresarios y profesionales independientes se las ingenian a través de sus abogados y contadores para trasladarlo a los consumidores, pero los asalariados estamos crucificados porque nos lo descuentan en la planilla.
De manera que es la población económicamente activa empleada, con remuneración por encima del salario mínimo, sobre quien descansa el grueso de los ingresos tributarios que recibe el Gobierno, como repito con excepción del IVA que lo pagamos todos.
De allí que, como ocurre en todo el mundo, es este segmento de población el que mantiene a los empleados públicos, paga los subsidios estatales al gas para cocinar, a la energía, el drawback de los exportadores, la semilla mejorada de los campesinos que siembran el maíz y el frijol, y buena parte de las contribuciones especiales para el Fosalud, el Fovial, el transporte colectivo, el pago de pensiones.
Además mantenemos con nuestros cotizaciones el Instituto Salvadoreño del Seguro Social, que una buena parte de nosotros no utilizamos por la mala atención, pues de dos o tres medicamentos que recetan, al menos una hay que comprarla, aparte de que dejan citas hasta para un año, por lo que incurrimos en gastos extra yendo al médico particular y a hospitales privados.
Como si eso fuera poco tenemos que invertir en educación privada para nuestros hijos, pues el sistema público no cubre los anhelos de tener una juventud bien preparada para optar a un empleo digno y bien remunerado que llene sus expectativas de vida y un futuro mejor.
También por la falta de seguridad policial, muchos salvadoreños pobres, de clase media baja, clase media alta y algunos ricos son extorsionados por las pandillas o tienen que pagar altas sumas de dinero en vigilancia privada en sus lugares de residencia y centros de trabajo para protegerse de la delincuencia.
Para colmo, el nuevo gobierno ha rebasado los límites del endeudamiento público, fondos que en su mayoría son para gasto corriente, que al final del día terminaremos pagando los mismos salvadoreños, siempre con nuestros impuestos.
A pesar de todo ello, este año puede ser mejor si la mayoría de los 7.4 millones de salvadoreños que vivimos aquí hacemos a un lado la indiferencia, la desidia, la desesperanza y el negativismo y nos armamos de optimismo, coraje y valor para empuñar las armas del trabajo, la educación y el emprendedurismo, necesarios para forjar una patria mejor, en la que no volvamos a poner nuestras esperanzas de progreso en los gobiernos, que muy poco pueden hacer por nuestro bienestar, que al final depende del esfuerzo que cada uno de nosotros pongamos en superarnos a nosotros mismos para lograr un futuro mejor.
Debemos entender que los gobiernos no generan empleos, que esta tarea es responsabilidad de los inversionistas y empresarios, debemos entender que a los políticos no les interesa legislar, ejecutar e impartir justicia, sino es para sus propios intereses y el de sus financistas de campaña.
y que el bienestar de la población es lo menos en que piensan, porque son expertos en vivir prometiendo un mundo mejor, que es lo que menos quieren, porque saben que en la medida que las familias progresan menos creerán su sarta de mentiras con las que pretenden convencernos de que luchan por mejorar lo que está mal.
Finalmente, compatriotas, debemos entender que el bienestar colectivo, solo lo lograremos en la medida que cada uno de nosotros se esfuerce individualmente por ser cada día mejores padres, mejores, hijos, mejores esposos, mejores patronos, mejores empresarios, mejores trabajadores, mejores vecinos, mejores compañeros de trabajo y mejores amigos.
Solo cuando sintamos el dolor ajeno y entendamos que es nuestro deber ayudar a quienes lo padecen compartiendo con ellos el producto de nuestro trabajo, estaremos listos para empezar a crecer económicamente, porque entonces al fin comprenderemos que si Dios hubiera querido ser egoísta y disfrutar él solo los frutos de su creación no hubiera creado al ser humano para compartirlos.
De los que pagamos impuestos, no todos podemos evadir, ni debemos hacerlo; los desempleados y los pobres que ganan el salario mínimo no aportan tributos al fisco, con excepción del IVA que lo pagamos por igual en cada bien o servicio que consumimos.
A parte de ello, y en el caso del impuesto sobre la renta, Los inversionistas, empresarios y profesionales independientes se las ingenian a través de sus abogados y contadores para trasladarlo a los consumidores, pero los asalariados estamos crucificados porque nos lo descuentan en la planilla.
De manera que es la población económicamente activa empleada, con remuneración por encima del salario mínimo, sobre quien descansa el grueso de los ingresos tributarios que recibe el Gobierno, como repito con excepción del IVA que lo pagamos todos.
De allí que, como ocurre en todo el mundo, es este segmento de población el que mantiene a los empleados públicos, paga los subsidios estatales al gas para cocinar, a la energía, el drawback de los exportadores, la semilla mejorada de los campesinos que siembran el maíz y el frijol, y buena parte de las contribuciones especiales para el Fosalud, el Fovial, el transporte colectivo, el pago de pensiones.
Además mantenemos con nuestros cotizaciones el Instituto Salvadoreño del Seguro Social, que una buena parte de nosotros no utilizamos por la mala atención, pues de dos o tres medicamentos que recetan, al menos una hay que comprarla, aparte de que dejan citas hasta para un año, por lo que incurrimos en gastos extra yendo al médico particular y a hospitales privados.
Como si eso fuera poco tenemos que invertir en educación privada para nuestros hijos, pues el sistema público no cubre los anhelos de tener una juventud bien preparada para optar a un empleo digno y bien remunerado que llene sus expectativas de vida y un futuro mejor.
También por la falta de seguridad policial, muchos salvadoreños pobres, de clase media baja, clase media alta y algunos ricos son extorsionados por las pandillas o tienen que pagar altas sumas de dinero en vigilancia privada en sus lugares de residencia y centros de trabajo para protegerse de la delincuencia.
Para colmo, el nuevo gobierno ha rebasado los límites del endeudamiento público, fondos que en su mayoría son para gasto corriente, que al final del día terminaremos pagando los mismos salvadoreños, siempre con nuestros impuestos.
A pesar de todo ello, este año puede ser mejor si la mayoría de los 7.4 millones de salvadoreños que vivimos aquí hacemos a un lado la indiferencia, la desidia, la desesperanza y el negativismo y nos armamos de optimismo, coraje y valor para empuñar las armas del trabajo, la educación y el emprendedurismo, necesarios para forjar una patria mejor, en la que no volvamos a poner nuestras esperanzas de progreso en los gobiernos, que muy poco pueden hacer por nuestro bienestar, que al final depende del esfuerzo que cada uno de nosotros pongamos en superarnos a nosotros mismos para lograr un futuro mejor.
Debemos entender que los gobiernos no generan empleos, que esta tarea es responsabilidad de los inversionistas y empresarios, debemos entender que a los políticos no les interesa legislar, ejecutar e impartir justicia, sino es para sus propios intereses y el de sus financistas de campaña.
y que el bienestar de la población es lo menos en que piensan, porque son expertos en vivir prometiendo un mundo mejor, que es lo que menos quieren, porque saben que en la medida que las familias progresan menos creerán su sarta de mentiras con las que pretenden convencernos de que luchan por mejorar lo que está mal.
Finalmente, compatriotas, debemos entender que el bienestar colectivo, solo lo lograremos en la medida que cada uno de nosotros se esfuerce individualmente por ser cada día mejores padres, mejores, hijos, mejores esposos, mejores patronos, mejores empresarios, mejores trabajadores, mejores vecinos, mejores compañeros de trabajo y mejores amigos.
Solo cuando sintamos el dolor ajeno y entendamos que es nuestro deber ayudar a quienes lo padecen compartiendo con ellos el producto de nuestro trabajo, estaremos listos para empezar a crecer económicamente, porque entonces al fin comprenderemos que si Dios hubiera querido ser egoísta y disfrutar él solo los frutos de su creación no hubiera creado al ser humano para compartirlos.
domingo, 2 de enero de 2011
Año Nuevo
Año Nuevo, vida nueva dice el refrán popular. Por eso en este 2011 debemos cambiar aquellas cosas que no nos permitieron la realización completa en nuestro proyecto de vida.
Lo primero es ponernos a cuenta con nuestro Dios. Ese Dios amoroso que, a pesar de nuestros pecados, siempre está dispuesto a perdonarnos y darnos cuánto le pidamos, si lo hacemos con fe y poniendo también de nuestra parte lo que nos corresponde, todo el esfuerzo que podamos hacer para lograr lo que nos propongamos con su ayuda.
Comencemos por hacer un recuento de lo que no hicimos bien, y si algo de eso todavía está en nuestro proyecto de vida, propongámonos hacerlo mejor este año.
Ser una mejor persona nos ayudará mucho. Armarnos de mucho valor para tomar buenas decisiones en todo proyecto que visualicemos emprender también nos será imprescindible.
No debemos olvidar que para lograr el éxito en todo lo que emprendamos, debemos primero poner todo proyecto en las manos de Dios, y poner mucha dedicación, voluntad y todo el conocimiento que tengamos al respecto y buscando la ayuda de personas que saben más que nosotros sobre el tema.
Si hemos sido desordenados en administrar nuestras finanzas, este año ordenémonos y todo nos saldrá bien. Veremos cómo haciendo un uso más racional de nuestros recursos, éstos nos alcanzarán para algo más.
No gastemos en cosas innecesarias, solo porque las encontramos en oferta, adquiramos única y exclusivamente lo que necesitemos para la familia.
Seamos austeros, más no tacaños; en la medida de nuestras posibilidades tratemos de ayudar a alguien que sepamos que tiene necesidad de algo que nosotros estemos en condición de dar sin esperar nada a cambio.
Cuando demos algo nunca lo hagamos pensando en que esa u otra persona nos devolverán el favor: Creo que en esto no aplica el refrán que dice: hoy por ti, mañana por mi.
En lugar de pedir aumento de salario, primero demostremos que lo merecemos y luego, estoy seguro, que sin pedirlo, nos lo darán.
Eliminemos esa actitud egoísta que hemos mantenido siempre de pensar que el Gobierno tiene la obligación de darnos casi todo a cambio de los pírricos impuestos que pagamos. En vez de ello, seamos consecuentes con las necesidades de los que menos tienen y paguemos si es posible más de los tributos que nos tocan para que el Estado pueda ayudar a los más pobres.
Cuando tengamos que elogiar lo bueno de alguien, hagámoslo en público, y cuando nos toque criticar a alguien pensémoslo más de una vez y, solo que sea necesario, llamémoslo y digámoselo a él solo, con el debido respeto y el respectivo consejo.
Si algo no nos gusta, pero no nos incumbe o no nos afectan sus consecuencias, sencillamente ignorémoslo.
Algo importante es que debemos comprender que la felicidad no se logra solo teniendo todo las cosas materiales que nos mejoran nuestro bienestar, a veces se es más feliz compartiendo lo poco que tenemos que tratando de acumular todo lo que podamos para nosotros solos. No seamos como el azadón, solo para adentro; tenemos que ser como la pala que siempre está dando.
Y sobre todo démonos tiempo para disfrutar de las bellezas naturales que nuestro Dios dejó. No seamos como la rueda que corre y corre, y aunque llega más rápido a su meta, en el caso de nosotros de lograr todo lo material para nuestro bienestar, no tiene la oportunidad de apreciar la belleza de la creación.
Y sobre todo amemos a Dios con toda nuestra alma, con todo nuestro corazón y con toda nuestra mente y a nuestro prójimo como a nosotros mismos y lo demás vendrá por añadidura.
Lo primero es ponernos a cuenta con nuestro Dios. Ese Dios amoroso que, a pesar de nuestros pecados, siempre está dispuesto a perdonarnos y darnos cuánto le pidamos, si lo hacemos con fe y poniendo también de nuestra parte lo que nos corresponde, todo el esfuerzo que podamos hacer para lograr lo que nos propongamos con su ayuda.
Comencemos por hacer un recuento de lo que no hicimos bien, y si algo de eso todavía está en nuestro proyecto de vida, propongámonos hacerlo mejor este año.
Ser una mejor persona nos ayudará mucho. Armarnos de mucho valor para tomar buenas decisiones en todo proyecto que visualicemos emprender también nos será imprescindible.
No debemos olvidar que para lograr el éxito en todo lo que emprendamos, debemos primero poner todo proyecto en las manos de Dios, y poner mucha dedicación, voluntad y todo el conocimiento que tengamos al respecto y buscando la ayuda de personas que saben más que nosotros sobre el tema.
Si hemos sido desordenados en administrar nuestras finanzas, este año ordenémonos y todo nos saldrá bien. Veremos cómo haciendo un uso más racional de nuestros recursos, éstos nos alcanzarán para algo más.
No gastemos en cosas innecesarias, solo porque las encontramos en oferta, adquiramos única y exclusivamente lo que necesitemos para la familia.
Seamos austeros, más no tacaños; en la medida de nuestras posibilidades tratemos de ayudar a alguien que sepamos que tiene necesidad de algo que nosotros estemos en condición de dar sin esperar nada a cambio.
Cuando demos algo nunca lo hagamos pensando en que esa u otra persona nos devolverán el favor: Creo que en esto no aplica el refrán que dice: hoy por ti, mañana por mi.
En lugar de pedir aumento de salario, primero demostremos que lo merecemos y luego, estoy seguro, que sin pedirlo, nos lo darán.
Eliminemos esa actitud egoísta que hemos mantenido siempre de pensar que el Gobierno tiene la obligación de darnos casi todo a cambio de los pírricos impuestos que pagamos. En vez de ello, seamos consecuentes con las necesidades de los que menos tienen y paguemos si es posible más de los tributos que nos tocan para que el Estado pueda ayudar a los más pobres.
Cuando tengamos que elogiar lo bueno de alguien, hagámoslo en público, y cuando nos toque criticar a alguien pensémoslo más de una vez y, solo que sea necesario, llamémoslo y digámoselo a él solo, con el debido respeto y el respectivo consejo.
Si algo no nos gusta, pero no nos incumbe o no nos afectan sus consecuencias, sencillamente ignorémoslo.
Algo importante es que debemos comprender que la felicidad no se logra solo teniendo todo las cosas materiales que nos mejoran nuestro bienestar, a veces se es más feliz compartiendo lo poco que tenemos que tratando de acumular todo lo que podamos para nosotros solos. No seamos como el azadón, solo para adentro; tenemos que ser como la pala que siempre está dando.
Y sobre todo démonos tiempo para disfrutar de las bellezas naturales que nuestro Dios dejó. No seamos como la rueda que corre y corre, y aunque llega más rápido a su meta, en el caso de nosotros de lograr todo lo material para nuestro bienestar, no tiene la oportunidad de apreciar la belleza de la creación.
Y sobre todo amemos a Dios con toda nuestra alma, con todo nuestro corazón y con toda nuestra mente y a nuestro prójimo como a nosotros mismos y lo demás vendrá por añadidura.
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