Año Nuevo, vida nueva, dice el refrán. Y es que este 2011 El Salvador en vez de comenzar con pie derecho, lo hace bastante torcido, será casualidad; creo que no, porque ya van dos noticias lamentablemente negativas.
El 13 de enero, dos importantes entidades internacionales desmejoraron a El Salvador dos importantes indicadores que le toman el pulso a la actividad económica de los países. Se trata del Índice de Libertad Económica (ILE), elaborado por la Fundación Heritage y The Wall Street Journal; y la calificación crediticia, a cargo de Standard & Poor's.
En el caso del ILE se coloca al país en el puesto 39. Eso es 1.1 puntos menos que la calificación del año pasado, con énfasis en los derechos de propiedad y libertad frente a la corrupción.
En el caso de la calificación crediticia, S&P nos pasó de "BB" a "BB-", y aunque lo disfraza con "panorama estable", lo cierto es que vamos de mal en peor.
De acuerdo con el informe de la Fundación Heritage y The Wall Street Journal, la libertad económica de El Salvador sigue obstaculizada por las debilidades institucionales, en especial por un sistema judicial débil e ineficiente que necesita de reformas profundas.
Otro aspecto que pinta de mediocre al país es que ambas entidades afirman que la corrupción es significativa, a tal grado que el Índice de Percepción de la Corrupción de Transparencia Internacional ubica a El Salvador desde 2009 en el puesto 84 de 184 países, y todo apunta a que podría seguir cayendo por varios casos que han salpicado a algunos altos funcionarios de los órganos Ejecutivo y el Judicial.
El informe también señala que el país bajó 10 puntos en la protección de la propiedad privada, ya que las demandas se mueven muy lentamente y pueden ser costosas e improductivas. Aparte que las empresas manipulan el sistema legal y retrasan el cumplimiento definitivo de las sentencias. En este indicador, El Salvador aparece en la posición 71 de 125 naciones analizadas.
Aunque indica que "El Salvador ha dado pasos en los últimos años para mejorar su entorno empresarial, sin embargo, las regulaciones se hacen cumplir de manera incompatible", señala.
El reporte destaca que la ineficiencia judicial y la delincuencia son los principales obstáculos que enfrentan las empresas y por los cuales ven restringidas sus utilidades y por ello muchas no se animan a invertir más.
En cuanto al gasto público, los expertos indican que el país respondió a la recesión global principalmente a través de la reducción de gastos, disminución de la inversión pública y los préstamos, aunque esto no lo comparto, porque quienes vivimos aquí, sabemos que no es cierto, por más que lo diga el Gobierno.
Aquí está la contradicción del reporte de Heritage y el Wall Street Journal. El reporte dice que En el último año, el gasto total del Gobierno, incluyendo consumo y los pagos de transferencias, aumentaron ligeramente a 20 por ciento del PIB.
Retomando el informe de S&P, la rebaja de la calificación crediticia de "BB" a "BB-" se debe, según la calificadora, a la incertidumbre política que vive el país y que está afectando el desempeño de la economía.
Las discrepancias entre el presidente Mauricio Funes y el FMLN han acentuado la incertidumbre política y, como consecuencia, la economía camina sin rumbo, afirma la calificadora.
Según S&P "se espera que esto siga impidiendo el avance de una serie de reformas cruciales y finalmente debiliten la flexibilidad fiscal y las perspectivas de crecimiento económico".
Así las cosas, todo indica que el año de la esperanza, como creí que sería el 2011, se está convirtiendo poco a poco en el año del desespero.
A ello hay que agregar, las malas noticias del entorno internacional, como el pronóstico del alza de los precios de los principales comodities o materias primas y los alimentos que recién acaba de hacer el Banco Mundial, y para colmo el mismo día, como si todos se pusieron de acuerdo en que ese 13 de enero, el aniversario diez de los terremotos de 2001, se convierta en el jueves negro para El Salvador.
Ojalá, o como dicen los árabes "Oh Alá" que ese presagio tan negro no se concretice, porque entonces quien sabe si la economía y su base social resistan otro golpe que empuje de nuevo a terreno negativo el crecimiento del PIB.
Sería como acelerar un carro cuando va en reversa en una carretera que serpentea entre acantilados.
Así que si no queremos que el país se derrumbe tenemos que poner todo lo que esté a nuestro alcance tanto el Gobierno, como los empresarios y los trabajadores. Somos las tres fuerzas que podemos sacar al país adelante y lograr que se reviertan esos indicadores, para atraer inversión extranjera, que sumada a la privada local, nos ayude a fortalecer el tejido productivo capaz de generar empleo y bienestar para todos los salvadoreños.
Empezamos el año y de qué manera, pero los salvadoreños somos capaces de reponernos a toda adversidad y estas bajas de calificación son solo advertencias que nos harán recapacitar sobre lo que estamos haciendo mal, para comenzar a hacer mejor las cosas y levantarnos triunfantes como el Ave Fénix y más temprano que tarde poder gritarle al mundo "si se pudo".
viernes, 14 de enero de 2011
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