jueves, 13 de enero de 2011

La esperanza

Tal vez este comentario no tenga nada que ver con la temática de este blog, pero a veces es bueno filosofar sobre otros temas, quizá muy personales, y es posible que hasta valga la pena. Así que espero hacerlos meditar un poco.

Bien dice el refrán popular que las esperanzas no llenan, pero mantienen al tonto. Así que trata de no seguirlo siendo, y en vez de esperar, ponte en acción. La misma palabra de Dios dice: al que toca la puerta, se le abrirá, el que busca, encuentra, y al que pide, se le dará.

Es más, la oración misma significa que hay que orar (pedir) a Dios, pero a la vez que debemos ponernos en acción para conseguir lo que le pedimos.

Así que no te quedes allí “paradote”, esperando que todo te caiga del cielo, porque del cielo solo cae la lluvia, pero si no construyes la cisterna para almacenarla, seguirás pasando sed.

Nunca le pidas a Dios que haga todo por ti. Él ya hizo lo suficiente; te dio la vida, tus ojos para que te enseñen el camino, tus pies para que camines hacia la prosperidad, tus manos para que trabajes por tu bienestar, tu cerebro para que pienses como alcanzarlos y tu boca para que le pidas pero, sobre todo, te dio la libertad para que decidas tu propio destino.

Nunca te conformes con lo que tienes, a menos que lo que tengas no te alcance para compartirlo con tu familia, tus vecinos, tus amigos y los que nada o muy poco tienen.

Cuando le pidas a Dios que te ayude a conseguir algo, material sobre todo, ten fe de que Él lo hará, si estás dispuesto a compartir su bendición con otros. Pero si piensas solo para ti, lo más seguro es que tendrás que seguir esperando. Dios no contesta las oraciones egoístas.

Recuerda que las manos que siempre dan, nunca están vacías, es la ley de la recompensa; alguien tiene que desprenderse de lo que posee para que otro tenga y ese alguien es Dios, que siempre está dispuesto a darte, cuando sabe que tu harás lo mismo con lo que él te dé.

Pruébate, desiste de lo que no utilizas, no lo guardes pensando que algún día lo usarás, tampoco lo botes, como hacen muchos cuando pasa el camión de la basura, regálalo; siempre hay alguien que lo puede necesitar, a parte de que te creará un vació que de alguna forma tendrás que llenar y, por lo general, será con cosas nuevas.

Sé generoso, no seas como el azadón, que solo es para adentro, más bien sé como la pala, que siempre está dando y no se cansa de dar. La generosidad es el mejor don de Dios, que siendo el dueño de todo lo que es y existe, quiso compartir su creación con nosotros.

Recuerda que las cosas viejas acumuladas en casa no permiten que lleguen las nuevas, porque no hay espacio para más, así que llévalas a un albergue, dárselas a la gente pobre. Ellos te lo agradecerán, y Dios que conoce todas tus necesidades te recompensará en grande.

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