Primero, disculpas por estar fuera del aspecto radioeléctrico, pero hubo problemas técnicos, que por fín solucioné.
Pero la época es oportuna para hacer un par de reflexiones sobre como marcha la economía mundial y la doméstica.
Estamos a cuatro meses de terminar el año y no se mira claro si se podrá evitar otra crisis económica mundial, la cual comenzó a fraguarse con los problemas de deuda en que cayó Grecia el año pasado y que a la fecha, tras dos rescates financieros por parte de la zona euro para evitar su quiebra, aún no se sabe si el gobierno podrá levantar la economía del país.
Pero Grecia fue solo la muestra de algo peor que está por venir, y que cada día se acerca con mayor fuerza: una recesión económica mundial de inimaginables consecuencias, a tal grado que algunos analistas, se atreven a decir que será mayor que la de 2008, que dejó a muchos países, entre ellos El Salvador sin poder recuperar los niveles de crecimiento del PIB y empleo con que cerraron ese año.
Grecia contaminó a otras economías como la de Irlanda, Italia, Portugal y ahora se habla de que en Francia ya están aflorando algunas manifestaciones de esa contaminación. Como si eso fuera poco, la economía más grande y poderosa del planeta, la de Estados Unidos, fue arrastrada por la crisis de 2008 y está a las puertas de otra recesión, según reconocidos economistas.
Tras haber emitido 600,000 millones de dólares para el rescate de Lehman Brother, a fin de evitar su quiebra, la Reserva Federal de Estados Unidos (FED) se metió en un serio problema, sin imaginarse que tres años más tarde esa medida le costaría la pérdida de un peldaño (de AAA a AA+) en su calificación de riesgo soberano, por parte de Standard & Poor's.
Tras la rebaja de la calificación de la deuda estadounidense, la economía mundial se estremeció; las bolsas del mundo cayeron al solo conocerse la noticia de que Standard & Poor's estudiaba la posibilidad de disminuir la nota a la nación más poderosa del mundo. La caída fue más drástica al concretarse la decisión de la calificadora.
Desde entonces se habla con mayor insistencia de que una nueva y más fuerte recesión de la economía mundial está más para acá que para allá. Este torbellino económico que se acerca ha sido reforzado por los vientos de una posible crisis de los bancos franceses, lo cual amenazó con costarle al país galo la máxima categoría de deuda emitida por Standard & Poor's, pero que gracias a Dios no ocurrió.
Todos estos acontecimientos económicos y financieros se están revolviendo y, lo más probable, es que de dicha unión surgirá la mayor recesión que la humanidad recuerde jamás. Ojalá que los analistas se equivoquen aunque sea esta vez, y que semejante amenaza no se concrete por el bien de la humanidad entera.
Si la crisis económica de 2008 hizo retroceder grandemente los logros alcanzados en el combate de la pobreza, la pobreza extrema y la relativa, pues se estima que por lo menos 100 millones de personas que estaban por encima de esos niveles de vida, cayeron tras la crisis. Imaginémonos cuáles serían las catastróficas consecuencias de una nueva crisis mucho más letal que la anterior.
EL SALVADOR
El Salvador no escapa a estos fenómenos económicos, a veces inexplicables para los comunes de los mortales como yo, pero que sí se sienten en el bolsillo a la hora de comprar las tortillas y los frijoles.
Muestra de ello es que al hablar con la gente, o escuchar sus comentarios sobre la situación económica del país y la de las familias, todo mundo tiene la apreciación inmediata de que el gobierno no ha hecho nada para mejorar el nivel de bienestar de la población, aunque los funcionarios digan que sí han llevado mejoría a los salvadoreños menos favorecidos.
Lo que si está claro, es que la gente, con excepción de los seguidores del partido en el gobierno, especialmente los de hueso colorado, ya no creen en las promesas de campaña del presidente Mauricio Funes, pues a la fecha el nivel de cumplimiento de las mismas ha sido raquítico, con raras excepciones, como uniformes escolares y la extensión del programa Red Solidaria.
El resto de cosas que ha hecho, prácticamente ya estaban: Subsidios a la electricidad, gas licuado de petroleo, que si antes beneficiaba a las empresas gaseras, hoy el beneficio es para los bancos que se embolsan unos centavitos por abonarlo a las cuentas de ahorro de sus clientes.
Carreteras nuevas no hay, ni siquiera la Diego de Holguín que dejó abandonada el anterior gobierno han podido terminar; el nuevo hospital de maternidad, del cual solo se puso la primera piedra, es otro ejemplo del fracaso de la actual administración pública. La infalación en julio alcanzó los 6.5%, superando por mucho el poder adquisitivo de las familias, sobre todo de escasos recursos económicos.
La delincuencia es ahora más insoportable que hace tres años atrás. Se respira en las calles a pie y dentro de las unidades del transporte colectivo se siente en cada indivíduo que se sube, pues aunque no lo sea se le asocia inmediatamente con pandilleros, sobre todo si es hombre. La tranquilidad es una palabra que ya no existe en el léxico de los salvadoreños.
Del empleo ya no se diga. No se han recuperado ni siguiera los trabajos que se perdieron tras la crisis de 2008; a ello ha contribuido mucho el estancamiento de la llegada de inversión extranjera y de la local, que no reaccionan sobre todo por los altos niveles de delincuencia e inseguridad jurídica del país.
A lo anterior se suma el discurso, siempre impredecible del presidente, que hoy dice sí y mañana dice que no o talvez. Ejemplo el pretendido impuesto al patrimonio.
Alex Segovia, secretario técnico de la presidencia, dijo que su jefe no estaba de acuerdo con dicho tributo, pero recientemente, el mandatario pidió a la ANEP que le envíe pronto una nueva propuesta de contribución especial para la seguridad y que si no lo hacen, él enviará el proyecto de decreto que ya tiene listo.
Estas y tantas cosas parecidas son las que generan mayor desconfianza entre los empresarios para invertir más capital en hacer crecer sus negocios o crear nuevas empresas. Cabe aclarar que la mayoría de las empresas solo están manteniendo sus operaciones a la espera de que hayan reales muestras de que no habrá expropiaciones, que es el fin último de los comunistas, ahora disfrazados de socialistas del Siglo XXI.
domingo, 28 de agosto de 2011
miércoles, 2 de marzo de 2011
Ojo con el petróleo
Todo apunta a que los precios del petróleo se mantendrán por encima de los 100 dólares durante 2011. Eso obliga a los países importadores como El Salvador a tomar medidas para enfrentar una probable subida de los principales productos de consumo básico como los alimentos, que dicho sea de paso se verán doblemente afectados, debido al gran apetito que tienen por ellos, sobre todo China e India.
Así las cosas y aunque las crisis políticas, como la que actualmente está sacudiendo a Libia en el Oriente Medio, son pasajeras, y que por lo tanto la presión al alza que ejercen sobre los precios del petróleo también es pasajera, habrá que ponerle mucho ojo al resto de países árabes, donde están los mayores productores del mundo, y que parece se están cansando de vivir en dictaduras o monarquías para liberarse de la opresión.
El virtual tránsito a la democracia de algunos de estos países, como Egipto, Túnez, Libia y otros que podrían venir en camino, hace prever que tendremos crisis sucesivas y por lo tanto fuertes alzas de los precios del crudo, que aunque pasajeras, van poco a poco estabilizándolo al alza cada vez más.
Esa realidad unida a la creciente demanda mundial de petróleo y sus derivados, jalada especialmente por los indúes y chinos, hace más probable que los precios de esta importante materia prima que mueve al mundo se vayan quedando, incluso, arriba de los 100 dólares el barril.
Ya vimos como solo con los acontecimientos de Egipto y Libia el petróleo de referencia de Europa y Asia, como es el Brent del Mar del Norte, superó los 116 dólares el barril hasta el miércoles 2 de marzo, mientras el crudo de Texas, que sirve de referencia para el continente americano cerró sobre los 102 dólares.
Si a esa realidad temporal, menos mal, le vinculamos, la cada día mayor demanda de crudo por parte de las economías más grandes del mundo, y en especial la de los países BRIC, pero entre estos, especialmente la de China e India, todo apunta a que los precios se puedan mantener en niveles no menores a los 100 dólares el barril, con lo que el crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB) de los países que son importadores netos como El Salvador y el resto de Centroamérica se verá reducido en sus proyecciones de crecimiento para este año.
En el caso de El Salvador la situación se vuelve más dramática, por tanto es el país, que con excepción de Venezuela y Haití, ha sido el que menos crecimiento ha experimentado tras la crisis económica de 2008.
Para colmo de males, creo que este año, igual que el 2010, se va a ir en dimes y diretes entre el Gobierno y la empresa privada, lo que no permitirá reactivar la inversión tanto pública como privada, que es una de las variables que podría hacer despegar el crecimiento de la economía salvadoreña.
De ribete, hemos entrado a un año pre electoral, donde el ruido político que poco a poco irá inundando las diversas actividades económicas, no permitirá que se alcance un entorno favorable para mejorar la inversión, que es la variable que impulsa el crecimiento del PIB y con ello el empleo que mejora el bienestar de la sociedad.
Lamentablemente este año, no habrá reactivación económica, a pesar de que el Gobierno ha proyectado un crecimiento del PIB de alrededor de 2.5%, lo cual se verá reducido por el entorno internacional relacionado con los altos precios del petróleo, alimentos y principales materias primas para la industria manufacturera, así como por la deprimente actividad económica interna influenciada por la calentura pre electoral.
Así Salvadoreños, debemos ir resignándonos a tener otro mal año y, quizá, muy parecido a los "pingües" resultados que obtuvimos en 2009.
Así las cosas y aunque las crisis políticas, como la que actualmente está sacudiendo a Libia en el Oriente Medio, son pasajeras, y que por lo tanto la presión al alza que ejercen sobre los precios del petróleo también es pasajera, habrá que ponerle mucho ojo al resto de países árabes, donde están los mayores productores del mundo, y que parece se están cansando de vivir en dictaduras o monarquías para liberarse de la opresión.
El virtual tránsito a la democracia de algunos de estos países, como Egipto, Túnez, Libia y otros que podrían venir en camino, hace prever que tendremos crisis sucesivas y por lo tanto fuertes alzas de los precios del crudo, que aunque pasajeras, van poco a poco estabilizándolo al alza cada vez más.
Esa realidad unida a la creciente demanda mundial de petróleo y sus derivados, jalada especialmente por los indúes y chinos, hace más probable que los precios de esta importante materia prima que mueve al mundo se vayan quedando, incluso, arriba de los 100 dólares el barril.
Ya vimos como solo con los acontecimientos de Egipto y Libia el petróleo de referencia de Europa y Asia, como es el Brent del Mar del Norte, superó los 116 dólares el barril hasta el miércoles 2 de marzo, mientras el crudo de Texas, que sirve de referencia para el continente americano cerró sobre los 102 dólares.
Si a esa realidad temporal, menos mal, le vinculamos, la cada día mayor demanda de crudo por parte de las economías más grandes del mundo, y en especial la de los países BRIC, pero entre estos, especialmente la de China e India, todo apunta a que los precios se puedan mantener en niveles no menores a los 100 dólares el barril, con lo que el crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB) de los países que son importadores netos como El Salvador y el resto de Centroamérica se verá reducido en sus proyecciones de crecimiento para este año.
En el caso de El Salvador la situación se vuelve más dramática, por tanto es el país, que con excepción de Venezuela y Haití, ha sido el que menos crecimiento ha experimentado tras la crisis económica de 2008.
Para colmo de males, creo que este año, igual que el 2010, se va a ir en dimes y diretes entre el Gobierno y la empresa privada, lo que no permitirá reactivar la inversión tanto pública como privada, que es una de las variables que podría hacer despegar el crecimiento de la economía salvadoreña.
De ribete, hemos entrado a un año pre electoral, donde el ruido político que poco a poco irá inundando las diversas actividades económicas, no permitirá que se alcance un entorno favorable para mejorar la inversión, que es la variable que impulsa el crecimiento del PIB y con ello el empleo que mejora el bienestar de la sociedad.
Lamentablemente este año, no habrá reactivación económica, a pesar de que el Gobierno ha proyectado un crecimiento del PIB de alrededor de 2.5%, lo cual se verá reducido por el entorno internacional relacionado con los altos precios del petróleo, alimentos y principales materias primas para la industria manufacturera, así como por la deprimente actividad económica interna influenciada por la calentura pre electoral.
Así Salvadoreños, debemos ir resignándonos a tener otro mal año y, quizá, muy parecido a los "pingües" resultados que obtuvimos en 2009.
jueves, 24 de febrero de 2011
Falta registro de motoristas en el VMT
No me consta si existe un registro computarizado de choferes en el Vice Ministerio de Transporte, pero el sentido común me hace pensar que no.
Conozco muchos casos de conductores que han provocado accidentes graves, con resultados fatales, sin que hayan sido procesados judicialmente. Y es porque el VMT no cuenta con un registro para ubicarlos.
Si lo tuviera, sería fácil encontrarlos por medio del registro, pero a falta de ello, los motoristas después de causar los fatales accidentes, sencillamente se dan a la fuga y a los pocos días aparecen manejando otra unidad del transporte colectivo en otra ruta.
Los propietarios de las unidades también son responsables de sus fechorías, pues aunque sepan dónde ubicarlos, sencillamente no los denuncian.
Pero como si eso fuera poco, lo peor es que a cualquier ayudante o cobrador que apenas aprende a medio manejar le confían las unidades del transporte colectivo, sin importarles que no estén debidamente capacitados para cargar con esa responsabilidad.
De esa manera mantienen y fomentan la irresponsabilidad y eternizan la ocurrencia de accidentes que siguen cobrando la vida de gente inocente, sin que el VMT haga lo que tendría que hacer para evitarlo.
Es más, no debería ser suficiente con tener un registro, sino que el VMT debería otorgar un permiso especial, a parte de la licencia que emite Sertracen, para que los choferes puedan ser autorizados a conducir las unidades del transporte público de pasajeros.
Lo mejor sería que los fichara a todos y que cada quien, de acuerdo a un examen psicológico, más que práctico, le dieran una categoría a fin de que sea autorizado para conducir los microbuses y autobuses del transporte colectivo.
Además el registro computarizado permitiría que al chofer que cometa un accidente fatal o que provoque con su imprudencia que otro conductor se accidente, se le retirará dicho permiso, a fin de que jamás sea contratado por el propietario de un bus o microbús del transporte colectivo.
También se le debería cancelar la licencia de Sertracen y el permiso del VMT para que tampoco pueda manejar incluso vehículos que se utilizan para el transporte de personal de empresas o entidades públicas, incluyendo aquellos para el traslado de escolares.
Es más, todas las plazas de motoristas que oferten las empresas e instituciones públicas deberían pasar por este filtro, para evitar consecuencias lamentables.
Para mejores resultados se debería exigir como mínimo que los aspirantes a conducir unidades del transporte colectivo público de pasajeros se les exigiera como mínimo una preparación académica con el título de bachiller.
Para mayor control de estos cafres al volante, el VMT debe contar con un cuerpo de supervisores que se encarguen de auditar periódicamente a los propietarios individuales y cooperativas de autobuses y microbuses.
El propósito de esta medida debe ser cerciorarse de que no tengan entre sus motoristas a quienes hayan infringido el reglamento general de tránsito, al menos con faltas muy graves, ya no se diga aquellos que han sido responsables de accidentes con consecuencias fatales.
Y, aquellos mal llamados empresarios del transporte colectivo, que no cumplan con esas disposiciones también deberían ser multados y, hasta cancelárseles sus permisos de línea, por contratar a este tipo de choferes irresponsables.
Solo así creo que poco a poco se podría sacar de las calles a tanto motorista irresponsable y se comenzaría a profesionalizar este trabajo y a garantizar la vida de las personas que a diario hacen uso del transporte colectivo de pasajeros.
La pelota ahora está en la cancha del Vice Ministro de Transporte, Nelson García, quien puede escribir una página nueva al frente de esa cartera de Estado y sentar un precedente para que desaparezcan las llamadas rutas de la muerte.
Todo lo que se necesita es voluntad política y amarrarse bien los pantalones para acabar con el luto y dolor que estos cafres siguen provocando a lo largo y ancho del país.
Conozco muchos casos de conductores que han provocado accidentes graves, con resultados fatales, sin que hayan sido procesados judicialmente. Y es porque el VMT no cuenta con un registro para ubicarlos.
Si lo tuviera, sería fácil encontrarlos por medio del registro, pero a falta de ello, los motoristas después de causar los fatales accidentes, sencillamente se dan a la fuga y a los pocos días aparecen manejando otra unidad del transporte colectivo en otra ruta.
Los propietarios de las unidades también son responsables de sus fechorías, pues aunque sepan dónde ubicarlos, sencillamente no los denuncian.
Pero como si eso fuera poco, lo peor es que a cualquier ayudante o cobrador que apenas aprende a medio manejar le confían las unidades del transporte colectivo, sin importarles que no estén debidamente capacitados para cargar con esa responsabilidad.
De esa manera mantienen y fomentan la irresponsabilidad y eternizan la ocurrencia de accidentes que siguen cobrando la vida de gente inocente, sin que el VMT haga lo que tendría que hacer para evitarlo.
Es más, no debería ser suficiente con tener un registro, sino que el VMT debería otorgar un permiso especial, a parte de la licencia que emite Sertracen, para que los choferes puedan ser autorizados a conducir las unidades del transporte público de pasajeros.
Lo mejor sería que los fichara a todos y que cada quien, de acuerdo a un examen psicológico, más que práctico, le dieran una categoría a fin de que sea autorizado para conducir los microbuses y autobuses del transporte colectivo.
Además el registro computarizado permitiría que al chofer que cometa un accidente fatal o que provoque con su imprudencia que otro conductor se accidente, se le retirará dicho permiso, a fin de que jamás sea contratado por el propietario de un bus o microbús del transporte colectivo.
También se le debería cancelar la licencia de Sertracen y el permiso del VMT para que tampoco pueda manejar incluso vehículos que se utilizan para el transporte de personal de empresas o entidades públicas, incluyendo aquellos para el traslado de escolares.
Es más, todas las plazas de motoristas que oferten las empresas e instituciones públicas deberían pasar por este filtro, para evitar consecuencias lamentables.
Para mejores resultados se debería exigir como mínimo que los aspirantes a conducir unidades del transporte colectivo público de pasajeros se les exigiera como mínimo una preparación académica con el título de bachiller.
Para mayor control de estos cafres al volante, el VMT debe contar con un cuerpo de supervisores que se encarguen de auditar periódicamente a los propietarios individuales y cooperativas de autobuses y microbuses.
El propósito de esta medida debe ser cerciorarse de que no tengan entre sus motoristas a quienes hayan infringido el reglamento general de tránsito, al menos con faltas muy graves, ya no se diga aquellos que han sido responsables de accidentes con consecuencias fatales.
Y, aquellos mal llamados empresarios del transporte colectivo, que no cumplan con esas disposiciones también deberían ser multados y, hasta cancelárseles sus permisos de línea, por contratar a este tipo de choferes irresponsables.
Solo así creo que poco a poco se podría sacar de las calles a tanto motorista irresponsable y se comenzaría a profesionalizar este trabajo y a garantizar la vida de las personas que a diario hacen uso del transporte colectivo de pasajeros.
La pelota ahora está en la cancha del Vice Ministro de Transporte, Nelson García, quien puede escribir una página nueva al frente de esa cartera de Estado y sentar un precedente para que desaparezcan las llamadas rutas de la muerte.
Todo lo que se necesita es voluntad política y amarrarse bien los pantalones para acabar con el luto y dolor que estos cafres siguen provocando a lo largo y ancho del país.
lunes, 21 de febrero de 2011
Tira y encoge por posible reforma tributaria
El Gobierno y la empresa privada se han entrampado en dimes y diretes acerca de un paquete fiscal que se está preparando sin el consentimiento de los empresarios y que el Ejecutivo quiere discutir en el Consejo Económico y Social (CES) para justificar el alza de impuestos y lograr su aprobación al pasarlo a la Asamblea Legislativa.
El lunes, la Asociación Nacional de la Empresa Privada (ANEP) destacó que el gobierno pretende imponer el paquete fiscal, disfrazándolo de una reforma tributaria como parte de un pacto fiscal, que ni siquiera se ha discutido con profundidad de análisis en el seno del CES.
La ANEP reiteró que no avalarán ese paquetazo fiscal, porque más impuestos contraerán más la economía y perjudicarán el bolsillo de todo el pueblo, pero principalmente el de las familias más pobres.
El presidente de la cúpula empresarial dijo que los impuestos no pueden ser ni pretender ser solo para los ricos, como sostiene el Gobierno, porque al final “los impuestos los pagamos todos los salvadoreños”.
Ante ese tira y encoge, los empresarios tomaron la palabra al arzobispo de San Salvador, Monseñor Luis Alas, quien en la homilía del pasado domingo llamó al Gobierno a dialogar con la empresa privada para discutir el aumento de impuestos y buscar la forma de sacar adelante y enrumbar al país hacia la recuperación económica.
En la conferencia de prensa de la ANEP, que estuvo respaldada por representantes de todos los sectores productivos del país, el presidente de la gremial, pidió al Ejecutivo que dialoguen sobre un verdadero pacto fiscal y que no pretenda imponer una reforma tributaria inconsulta con los empresarios que son los que pagan los impuestos.
Araujo dijo que antes de hablar de una reforma tributaria, hay que retomar la negociación de un genuino pacto fiscal, en que se analicen el gasto corriente del Gobierno, los ingresos que percibe y el clima de inversiones, pero con la debida transparencia y rendición de cuentas a la población.
Lamentó que el Ejecutivo haya implantado un paquetazo fiscal en 2010, aumentado el gasto corriente con alzas de salarios a los burócratas y nuevas plazas gubernamentales, el desproporcionado incremento de la deuda pública que ya supera el 54% del Producto Interno Bruto (PIB) y en general la poca transparencia en la ejecución de la inversión pública.
Pidió que se ponga en vigencia la Ley de Acceso a la Información Pública tal y como fue aprobada en diciembre del año pasado y que se modernice la Corte de Cuentas, convirtiéndolo en un institución contralora independiente, sin cuotas partidarias.
Se debe elegir a sus dirigentes más por capacidad académica y honorabilidad que por formar parte de un partido político, dijo en clara alusión a que hasta hoy, la Corte de Cuentas siempre ha estado politizada e ideologizada.
Solo si se hace eso, se estarán enviando las señales positivas que los empresarios requieren para agilizar sus inversiones, se recuperarán los empleos perdidos y el Fisco recaudará más ingresos tributarios provenientes de la dinamización de las diversas actividades económicas que serán re impulsadas por los sectores productivo, aseguró Araujo.
Más tarde, el presidente Mauricio Funes dijo que no existen planes de una nueva reforma fiscal y emplazó a los empresarios a mostrarle una sola razón por las cuales dicen que ya hay un plan de aumentar los impuestos por parte del Ejecutivo.
Funes aclaró que de darse ese paso, se tendrá que consensuar en el seno del CES, previa discusión y análisis de un pacto fiscal, para luego pasarlo a consideración de la Asamblea Legislativa.
Sin embargo los representantes de las gremiales empresariales reiteraron que no avalarán ninguna reforma tributaria y que si el Gobierno la pasa a los diputados, serán estos los responsables del mayor deterioro de la economía doméstica y que el pueblo se encargará de juzgarlos en la próxima elección.
Lo que el Gobierno pretende es discutir la reforma o paquetazo fiscal en el CES para justificar su legitimidad, pero a ese juego “no nos podemos prestar”, dijo el presidente de la ANEP, que dicho sea de paso, aseguró que en ningún momento están pensando con irse a un paro empresarial, como el ocurrido en 1986 en la administración de ex presidente José Napoleón Duarte.
Si reconoció que se debe aprender de los acontecimientos pasados, pero que en el marco de nuestra incipiente democracia y el desarrollo de los medios de comunicación y la era de las redes sociales, lo que debe imponerse es el diálogo y la concertación sobre los grandes temas de país mirando el largo plazo para no dejar más endeudadas a las futuras generaciones.
El lunes, la Asociación Nacional de la Empresa Privada (ANEP) destacó que el gobierno pretende imponer el paquete fiscal, disfrazándolo de una reforma tributaria como parte de un pacto fiscal, que ni siquiera se ha discutido con profundidad de análisis en el seno del CES.
La ANEP reiteró que no avalarán ese paquetazo fiscal, porque más impuestos contraerán más la economía y perjudicarán el bolsillo de todo el pueblo, pero principalmente el de las familias más pobres.
El presidente de la cúpula empresarial dijo que los impuestos no pueden ser ni pretender ser solo para los ricos, como sostiene el Gobierno, porque al final “los impuestos los pagamos todos los salvadoreños”.
Ante ese tira y encoge, los empresarios tomaron la palabra al arzobispo de San Salvador, Monseñor Luis Alas, quien en la homilía del pasado domingo llamó al Gobierno a dialogar con la empresa privada para discutir el aumento de impuestos y buscar la forma de sacar adelante y enrumbar al país hacia la recuperación económica.
En la conferencia de prensa de la ANEP, que estuvo respaldada por representantes de todos los sectores productivos del país, el presidente de la gremial, pidió al Ejecutivo que dialoguen sobre un verdadero pacto fiscal y que no pretenda imponer una reforma tributaria inconsulta con los empresarios que son los que pagan los impuestos.
Araujo dijo que antes de hablar de una reforma tributaria, hay que retomar la negociación de un genuino pacto fiscal, en que se analicen el gasto corriente del Gobierno, los ingresos que percibe y el clima de inversiones, pero con la debida transparencia y rendición de cuentas a la población.
Lamentó que el Ejecutivo haya implantado un paquetazo fiscal en 2010, aumentado el gasto corriente con alzas de salarios a los burócratas y nuevas plazas gubernamentales, el desproporcionado incremento de la deuda pública que ya supera el 54% del Producto Interno Bruto (PIB) y en general la poca transparencia en la ejecución de la inversión pública.
Pidió que se ponga en vigencia la Ley de Acceso a la Información Pública tal y como fue aprobada en diciembre del año pasado y que se modernice la Corte de Cuentas, convirtiéndolo en un institución contralora independiente, sin cuotas partidarias.
Se debe elegir a sus dirigentes más por capacidad académica y honorabilidad que por formar parte de un partido político, dijo en clara alusión a que hasta hoy, la Corte de Cuentas siempre ha estado politizada e ideologizada.
Solo si se hace eso, se estarán enviando las señales positivas que los empresarios requieren para agilizar sus inversiones, se recuperarán los empleos perdidos y el Fisco recaudará más ingresos tributarios provenientes de la dinamización de las diversas actividades económicas que serán re impulsadas por los sectores productivo, aseguró Araujo.
Más tarde, el presidente Mauricio Funes dijo que no existen planes de una nueva reforma fiscal y emplazó a los empresarios a mostrarle una sola razón por las cuales dicen que ya hay un plan de aumentar los impuestos por parte del Ejecutivo.
Funes aclaró que de darse ese paso, se tendrá que consensuar en el seno del CES, previa discusión y análisis de un pacto fiscal, para luego pasarlo a consideración de la Asamblea Legislativa.
Sin embargo los representantes de las gremiales empresariales reiteraron que no avalarán ninguna reforma tributaria y que si el Gobierno la pasa a los diputados, serán estos los responsables del mayor deterioro de la economía doméstica y que el pueblo se encargará de juzgarlos en la próxima elección.
Lo que el Gobierno pretende es discutir la reforma o paquetazo fiscal en el CES para justificar su legitimidad, pero a ese juego “no nos podemos prestar”, dijo el presidente de la ANEP, que dicho sea de paso, aseguró que en ningún momento están pensando con irse a un paro empresarial, como el ocurrido en 1986 en la administración de ex presidente José Napoleón Duarte.
Si reconoció que se debe aprender de los acontecimientos pasados, pero que en el marco de nuestra incipiente democracia y el desarrollo de los medios de comunicación y la era de las redes sociales, lo que debe imponerse es el diálogo y la concertación sobre los grandes temas de país mirando el largo plazo para no dejar más endeudadas a las futuras generaciones.
jueves, 10 de febrero de 2011
A nadie le gusta que le toquen la bolsa
Contados con los dedos de una mano son aquellos seres humanos que no tienen puesto su afán (interés) en las cosas materiales, pero la gran mayoría, por no decir todos, vivimos preocupados por asegurar nuestro disfrute futuro.
Esa visión no es mala, persé, pero debemos vivir el presente como si fuera nuestro último día, y eso significa vivirlo a plenitud, es decir dando siempre y no de lo que nos sobra, porque eso es lástima o compasión, menos generosidad. Si actuamos de esa manera descubriremos que dando es como se recibe. No lo digo yo, lo dicen las sagradas escrituras.
Esto no solo se aplica en el caso de las regalías, aplica en las relaciones entre el trabajador y la empresa, cuando el empleado da más de lo que tiene para desarrollar con excelencia su responsabilidad, sin robarle tiempo a su empleador y cuidando los bienes de la compañía y cuando los propietarios o accionistas pagan mucho más de lo que puede considerarse justo, según la ley.
Por qué traigo a colación estos conceptos milenarios, porque tanto los trabajadores como los empresarios salvadoreños todavía no entienden o no quieren entender que las leyes naturales, creadas por Dios para poner orden en el devenir del universo, son infalibles.
No entienden que cuando uno da se crea un vació, que alguien, como dirían los economistas clásicos, David Ricardo y Adam Smith, "la mano invisible", se encarga de llenar para volver al equilibrio, sin que sepamos cómo ocurre, pero sí el por qué, porque como dice la sabiduría popular, basada en preceptos divinos: manos que siempre dan, nunca están vacías.
La palabra de Dios dice en el Evangelio de Mateo, Capítulo 6, versículos 31-33: No os afanéis, pues, diciendo: ¿Qué comeremos, o qué beberemos, o qué vestiremos? porque los gentiles buscan todas estas cosas; pero vuestro Padre celestial sabe que tenéis necesidad de todas estas cosas. Más buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas.
Cabe destacar que Dios sabe qué es lo que necesitamos y nos lo dará si le buscamos y actuamos con justicia para con nuestro prójimo. Y la justicia pasa obligadamente por no ser "ticuiceros", lo cual aplica tanto para las personas como para las empresas y sus propietarios o accionistas, que en la gran mayoría solo piensan en ahorrar para invertir en hacer crecer la compañía y darse ellos la gran vida, mientras a sus colaboradores, que les ayudan a generar la riqueza los mantienen con salarios que apenas alcanzan para reponer las energías gastadas en la jornada laboral.
Difícilmente a esa forma egoísta de administrar los bienes que Dios nos da, no se le puede llamar "visión de país". Así no se hace patria... sino que se sientan las bases para que poco a poco se destruya por la falta de solidaridad, no entre los que más tienen entre sí, como es la lucha de las gremiales empresariales, no por el bienestar de los que poco o nada tienen, sino por defender sus intereses y privilegios de grupo.
Es que acaso no se han dado cuenta que las empresas de mayor éxito en el mundo no son las que menos pagan a sus empleados, ni las que pagan caros despachos de abogados para que les ayuden a eludir impuestos, ni las que más ahorran, sino las que mejores salarios y prestaciones otorgan a sus colaboradores y a su entorno, entiéndase como Responsabilidad Social Empresarial (RSE), para utilizar un concepto que está muy de moda.
Esa actitud, que muchas compañías exitosas ponen en práctica en su gestión de negocios, las hace cada vez más exitosas, como una recompensa inexplicable de la generosidad, que la mano invisible de Dios se encarga de que vaya en aumento, como la luz del sol avanza, en sincronía con la rotación de la tierra, hasta que el día es perfecto.
Y por qué todo este cuento, porque ha comenzado de nuevo un tira y encoge entre el Gobierno y la empresa privada, los primeros tratando de cargar con más impuestos a los que ya pagamos y los otros tratando de evitar que eso se de, con la excusa de que la economía se deprimirá más, como dicen los economistas.
Trillados están los conceptos de que el Gobierno debe reducir el gasto corriente, no seguir endeudándose, priorizar sus necesidades, es decir no comprando lo que no necesita (carros de lujo por ejemplo); pero en consonancia con el comportamiento del ser humano, hace lo que le aconsejan que no haga, igual que un niño cuando se le dice que no haga algo porque es malo. Lo hace o por capricho o curiosidad. Yo creo que más por lo primero.
Creo que en razón de la justicia, no hay que ser "ni tan tan, ni muy muy". El Gobierno debe dar verdaderas muestras de austeridad no despilfarrando el dinero, que no le cuesta, en aumentos de salarios y contratación de plazas y otras cosas que son innecesarias.
También los empresarios y los que tenemos un empleo, regularmente o bien remunerado, debemos ser más solidarios con los menos privilegiados y también debemos sacrificar un poquito nuestro disfrute presente en aras de un mejor bienestar futuro de las nuevas generaciones para que no nos vayan a cortar los dedos por quitarnos los anillos.
Qué vale más, los dedos o los anillos, analisémoslo con mente fría y dispongámonos a compartir algo más de lo poco o mucho que tengamos, aunque reconozco que a nadie le gusta que nos toquen la bolsa.
Esa visión no es mala, persé, pero debemos vivir el presente como si fuera nuestro último día, y eso significa vivirlo a plenitud, es decir dando siempre y no de lo que nos sobra, porque eso es lástima o compasión, menos generosidad. Si actuamos de esa manera descubriremos que dando es como se recibe. No lo digo yo, lo dicen las sagradas escrituras.
Esto no solo se aplica en el caso de las regalías, aplica en las relaciones entre el trabajador y la empresa, cuando el empleado da más de lo que tiene para desarrollar con excelencia su responsabilidad, sin robarle tiempo a su empleador y cuidando los bienes de la compañía y cuando los propietarios o accionistas pagan mucho más de lo que puede considerarse justo, según la ley.
Por qué traigo a colación estos conceptos milenarios, porque tanto los trabajadores como los empresarios salvadoreños todavía no entienden o no quieren entender que las leyes naturales, creadas por Dios para poner orden en el devenir del universo, son infalibles.
No entienden que cuando uno da se crea un vació, que alguien, como dirían los economistas clásicos, David Ricardo y Adam Smith, "la mano invisible", se encarga de llenar para volver al equilibrio, sin que sepamos cómo ocurre, pero sí el por qué, porque como dice la sabiduría popular, basada en preceptos divinos: manos que siempre dan, nunca están vacías.
La palabra de Dios dice en el Evangelio de Mateo, Capítulo 6, versículos 31-33: No os afanéis, pues, diciendo: ¿Qué comeremos, o qué beberemos, o qué vestiremos? porque los gentiles buscan todas estas cosas; pero vuestro Padre celestial sabe que tenéis necesidad de todas estas cosas. Más buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas.
Cabe destacar que Dios sabe qué es lo que necesitamos y nos lo dará si le buscamos y actuamos con justicia para con nuestro prójimo. Y la justicia pasa obligadamente por no ser "ticuiceros", lo cual aplica tanto para las personas como para las empresas y sus propietarios o accionistas, que en la gran mayoría solo piensan en ahorrar para invertir en hacer crecer la compañía y darse ellos la gran vida, mientras a sus colaboradores, que les ayudan a generar la riqueza los mantienen con salarios que apenas alcanzan para reponer las energías gastadas en la jornada laboral.
Difícilmente a esa forma egoísta de administrar los bienes que Dios nos da, no se le puede llamar "visión de país". Así no se hace patria... sino que se sientan las bases para que poco a poco se destruya por la falta de solidaridad, no entre los que más tienen entre sí, como es la lucha de las gremiales empresariales, no por el bienestar de los que poco o nada tienen, sino por defender sus intereses y privilegios de grupo.
Es que acaso no se han dado cuenta que las empresas de mayor éxito en el mundo no son las que menos pagan a sus empleados, ni las que pagan caros despachos de abogados para que les ayuden a eludir impuestos, ni las que más ahorran, sino las que mejores salarios y prestaciones otorgan a sus colaboradores y a su entorno, entiéndase como Responsabilidad Social Empresarial (RSE), para utilizar un concepto que está muy de moda.
Esa actitud, que muchas compañías exitosas ponen en práctica en su gestión de negocios, las hace cada vez más exitosas, como una recompensa inexplicable de la generosidad, que la mano invisible de Dios se encarga de que vaya en aumento, como la luz del sol avanza, en sincronía con la rotación de la tierra, hasta que el día es perfecto.
Y por qué todo este cuento, porque ha comenzado de nuevo un tira y encoge entre el Gobierno y la empresa privada, los primeros tratando de cargar con más impuestos a los que ya pagamos y los otros tratando de evitar que eso se de, con la excusa de que la economía se deprimirá más, como dicen los economistas.
Trillados están los conceptos de que el Gobierno debe reducir el gasto corriente, no seguir endeudándose, priorizar sus necesidades, es decir no comprando lo que no necesita (carros de lujo por ejemplo); pero en consonancia con el comportamiento del ser humano, hace lo que le aconsejan que no haga, igual que un niño cuando se le dice que no haga algo porque es malo. Lo hace o por capricho o curiosidad. Yo creo que más por lo primero.
Creo que en razón de la justicia, no hay que ser "ni tan tan, ni muy muy". El Gobierno debe dar verdaderas muestras de austeridad no despilfarrando el dinero, que no le cuesta, en aumentos de salarios y contratación de plazas y otras cosas que son innecesarias.
También los empresarios y los que tenemos un empleo, regularmente o bien remunerado, debemos ser más solidarios con los menos privilegiados y también debemos sacrificar un poquito nuestro disfrute presente en aras de un mejor bienestar futuro de las nuevas generaciones para que no nos vayan a cortar los dedos por quitarnos los anillos.
Qué vale más, los dedos o los anillos, analisémoslo con mente fría y dispongámonos a compartir algo más de lo poco o mucho que tengamos, aunque reconozco que a nadie le gusta que nos toquen la bolsa.
miércoles, 9 de febrero de 2011
Subsidios para qué y para quiénes
La actual coyuntura política y económica que atraviesa el país, debe hacernos reflexionar un poco sobre la disyuntiva de eliminar, racionalizar o redistribuir los subsidios estatales que se dan a grandes segmentos de la población.
Primero debemos tomar en cuenta que en estos días "la novia no está para tafetanes", como dice el refrán popular, porque las finanzas públicas no dan para más, pero el Gobierno se empecina en continúan con su errada política de despilfarrar lo que no le cuesta.
El Gobierno mantiene subsidios al gas doméstico, uniformes y útiles escolares, a la energía eléctrica, al transporte público de pasajeros, al agua potable, pensión universal para adultos mayores, bono a familias pobres para que manden a sus hijos a la escuela a cambio de controles de salud y entrega de semilla mejorada, para citar los más conocidos.
En un afán de mantener contentas a las grandes mayorías de población con fines electoreros, el Ejecutivo en lugar de racionalizarlos para disminuir el gasto público corriente, por el contrario, lo aumentó en 151.4 millones de dólares el año pasado, cuando se previa gastar en ello $374 millones, sin embargo el desembolsó fue de $525.4 millones.
Ese desmedido incremento en el gasto público corriente no solo fue financiado con más impuestos a los salvadoreños empleados, la clase alta y las empresas, sino con la contratación de mayor deuda pública externa, que se elevó a 11,778.3 millones de dólares, equivalente al 54% del Producto Interno Bruto (PIB).
Esto nos debe llevar a pensar concienzudamente a quienes y para qué se deben entregar algunos subsidios. En mi opinión personal pienso que únicamente se deben dar a aquellas familias que viven en condiciones de pobreza relativa y extrema, más no así a quienes ganan más de dos salarios mínimos ya sea individual o el grupo familiar (padres e hijos) que conviven bajo un mismo techo.
Eso desde el punto de vista de los ingresos, pero desde el punto de vista de las necesidades, creo que únicamente las subvenciones estatales solo deberían entregarse para educación, salud y, si acaso, para los adultos mayores que por diversas razones no se pensionaron al final de su vida productiva. Eso sí deben bien focalizados.
Por qué en salud y educación, porque son dos actividades que contribuyen a formar un capital humano saludable y educado académicamente, lo cual contribuirá en el largo plazo a mejorar las condiciones de vida de las futuras generaciones, sin necesidad de regalarles el pescado, sino enseñarles a pescar para que se forjen su propio bienestar.
Mantener el resto de subsidios, me parece que es alcahuetear la haraganería y, como si eso fuera poco, fomentar en la población de escasos recursos económicos que malgaste el dinero de nuestros impuestos en vicios y otras actividades sin beneficio para el desarrollo económico y social de la nación en su conjunto.
Como dice otro refrán: lo que no cuesta se hace fiesta. Y es que muchas personas (sobre todo del sexo masculino) ya estarán pensando que con los ocho dólares que les entregarán de subsidio por el gas doméstico para cocinar, ya estarán pensando que van gastarse ese dinero en un par de polarizadas más cada mes.
Y como reza otro adagio popular: nadie valora lo que tiene hasta que lo pierde, en otras palabras al subsidiar a Mundo y Reimundo, se fomenta el despilfarro, porque la gente como sabe que se lo regalan no hacen el esfuerzo por ahorrar, lo cual es beneficioso para las familias como para el país en general, recursos que a al final se pueden invertir en formar mano de obra más capacitada y calificada y con ello comenzar a caminar por la senda del desarrollo.
Primero debemos tomar en cuenta que en estos días "la novia no está para tafetanes", como dice el refrán popular, porque las finanzas públicas no dan para más, pero el Gobierno se empecina en continúan con su errada política de despilfarrar lo que no le cuesta.
El Gobierno mantiene subsidios al gas doméstico, uniformes y útiles escolares, a la energía eléctrica, al transporte público de pasajeros, al agua potable, pensión universal para adultos mayores, bono a familias pobres para que manden a sus hijos a la escuela a cambio de controles de salud y entrega de semilla mejorada, para citar los más conocidos.
En un afán de mantener contentas a las grandes mayorías de población con fines electoreros, el Ejecutivo en lugar de racionalizarlos para disminuir el gasto público corriente, por el contrario, lo aumentó en 151.4 millones de dólares el año pasado, cuando se previa gastar en ello $374 millones, sin embargo el desembolsó fue de $525.4 millones.
Ese desmedido incremento en el gasto público corriente no solo fue financiado con más impuestos a los salvadoreños empleados, la clase alta y las empresas, sino con la contratación de mayor deuda pública externa, que se elevó a 11,778.3 millones de dólares, equivalente al 54% del Producto Interno Bruto (PIB).
Esto nos debe llevar a pensar concienzudamente a quienes y para qué se deben entregar algunos subsidios. En mi opinión personal pienso que únicamente se deben dar a aquellas familias que viven en condiciones de pobreza relativa y extrema, más no así a quienes ganan más de dos salarios mínimos ya sea individual o el grupo familiar (padres e hijos) que conviven bajo un mismo techo.
Eso desde el punto de vista de los ingresos, pero desde el punto de vista de las necesidades, creo que únicamente las subvenciones estatales solo deberían entregarse para educación, salud y, si acaso, para los adultos mayores que por diversas razones no se pensionaron al final de su vida productiva. Eso sí deben bien focalizados.
Por qué en salud y educación, porque son dos actividades que contribuyen a formar un capital humano saludable y educado académicamente, lo cual contribuirá en el largo plazo a mejorar las condiciones de vida de las futuras generaciones, sin necesidad de regalarles el pescado, sino enseñarles a pescar para que se forjen su propio bienestar.
Mantener el resto de subsidios, me parece que es alcahuetear la haraganería y, como si eso fuera poco, fomentar en la población de escasos recursos económicos que malgaste el dinero de nuestros impuestos en vicios y otras actividades sin beneficio para el desarrollo económico y social de la nación en su conjunto.
Como dice otro refrán: lo que no cuesta se hace fiesta. Y es que muchas personas (sobre todo del sexo masculino) ya estarán pensando que con los ocho dólares que les entregarán de subsidio por el gas doméstico para cocinar, ya estarán pensando que van gastarse ese dinero en un par de polarizadas más cada mes.
Y como reza otro adagio popular: nadie valora lo que tiene hasta que lo pierde, en otras palabras al subsidiar a Mundo y Reimundo, se fomenta el despilfarro, porque la gente como sabe que se lo regalan no hacen el esfuerzo por ahorrar, lo cual es beneficioso para las familias como para el país en general, recursos que a al final se pueden invertir en formar mano de obra más capacitada y calificada y con ello comenzar a caminar por la senda del desarrollo.
miércoles, 26 de enero de 2011
CONTINÚA LA AMENAZA DE DESDOLARIZAR
Aunque el presidente Mauricio Funes dijo tajantemente que en su mandato la desdolarización “es capítulo cerrado”, poniendo quietos así a algunos funcionarios de su gobierno que venían insistiendo en la posibilidad de volver al colón para recuperar la política monetaria, la amenaza vuelve al colón está latente de nuevo, aunque no en esta administración.
Lo dijo el diputado Jorge Schafik Handal, hijo del fallecido líder histórico del Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (Fmln), durante el acto de inauguración de un monumento a su padre el lunes 24 de enero, en el redondel La Gota del Bulevar Constitución.
“Es que la dolarización al igual que otras prácticas que se han tenido, hay que quitarlas, hay que revertirlas”. Así de tajante lo dijo, en clara alusión a que esa decisión la tomarán cuando el Fmln, con un candidato de hueso colorado, llegue al Ejecutivo, si el pueblo, por supuesto, se lo permite en las elecciones de 2014.
El político de izquierda se amparó en el informe de 60 años sobre desarrollo humano elaborado por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), en el que según él, se critica la dolarización por restringir las posibilidades de manejo de la economía y amortiguación de la crisis internacional por parte del Gobierno.
Tal vez hablándoles en nahuatl, los dirigentes de izquierda entienden que, aparte del sector exportador al que se le encarecen las materias primas y, por lógica, pierden cierta competitividad, a la hora de exportar, con la dolarización los 2.1 millones de empleados viven despreocupados del fantasma de la devaluación.
Ellos no logran entender que al volver al colón, y echar a andar la maquinita de hacer pisto sin respaldo en la capacidad productiva del país, se desatará en cuestión de meses un proceso de híper inflación que hará perder el poco poder adquisitivo o de compra que todavía conservan los salarios de los trabajadores pagados en dólares.
Por igual, los depósitos en cuentas bancarias cada día perderán valor, ya que a más colones emitidos, en la medida que se vayan escaseando los dólares, estos apreciarán su valor, y habrá necesidad de emitir cada vez más colones para tratar de igualar su valor, lo cual en poco tiempo hará reventar la burbuja con quién sabe qué catastróficas consecuencias económicas para la población, sobre todo la de escasos ingresos.
Por la misma razón, al cabo de poco tiempo, los exportadores, entre quienes hay algunos que han estado pujando porque se reinstale el colón, tendrán que pagar más colones por dólar para el pago de sus materias primas importadas y, por la misma razón, se les volverán a encarecer las exportaciones y, en menos de lo que canta un gallo, perderán competitividad ante sus competidores regionales y extra regionales.
Las tasas de interés de los créditos bancarios también se incrementarán, al grado que si hoy se paga entre 8% y 11%, una vez se vuelva al colón las tasas podrían saltar con toda seguridad a cerda del 20 y hasta 22 por ciento.
Se encarecerá así el crédito productivo y por consecuencia, los nuevos bienes y servicios tendrán una razón más para subir de precio, mientras los salarios cada vez más pierden poder adquisitivo, es decir que constantemente se le estará rebajando el salario a los trabajadores y empeorando sus condicione de vida.
Además, al ser el colón una moneda no aceptada internacionalmente hará surgir de nuevo el mercado negro de dólares, lo que apreciará la divisa estadounidense y abaratará el precio de los futuros “atlacatl” con todas las consecuencias que ello traerá para la cada vez más maltrecha economía del país.
Así que, contrario a lo que hizo el Gobierno de ARENA, durante la administración de Francisco Flores, de no consultar con expertos de todas las tendencias, montar foros de discusión académica sobre el tema, antes de implementar la dolarización, así, si el Fmln está al frente del Gobierno de turno en 2014, deberá hacer todo eso para ver si conviene o no volver al colón.
Es más, después de que se hayan hecho todos esos debates de manera pública y, de ser posible, un pacto de nación, debería convocar a un plebiscito para ver si la mayoría de la población le da el sí o el no a la restauración del colón. En lo personal, creo que si hay un amplio debate público sobre el tema, se terminará imponiendo el no al colón.
Lo dijo el diputado Jorge Schafik Handal, hijo del fallecido líder histórico del Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (Fmln), durante el acto de inauguración de un monumento a su padre el lunes 24 de enero, en el redondel La Gota del Bulevar Constitución.
“Es que la dolarización al igual que otras prácticas que se han tenido, hay que quitarlas, hay que revertirlas”. Así de tajante lo dijo, en clara alusión a que esa decisión la tomarán cuando el Fmln, con un candidato de hueso colorado, llegue al Ejecutivo, si el pueblo, por supuesto, se lo permite en las elecciones de 2014.
El político de izquierda se amparó en el informe de 60 años sobre desarrollo humano elaborado por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), en el que según él, se critica la dolarización por restringir las posibilidades de manejo de la economía y amortiguación de la crisis internacional por parte del Gobierno.
Tal vez hablándoles en nahuatl, los dirigentes de izquierda entienden que, aparte del sector exportador al que se le encarecen las materias primas y, por lógica, pierden cierta competitividad, a la hora de exportar, con la dolarización los 2.1 millones de empleados viven despreocupados del fantasma de la devaluación.
Ellos no logran entender que al volver al colón, y echar a andar la maquinita de hacer pisto sin respaldo en la capacidad productiva del país, se desatará en cuestión de meses un proceso de híper inflación que hará perder el poco poder adquisitivo o de compra que todavía conservan los salarios de los trabajadores pagados en dólares.
Por igual, los depósitos en cuentas bancarias cada día perderán valor, ya que a más colones emitidos, en la medida que se vayan escaseando los dólares, estos apreciarán su valor, y habrá necesidad de emitir cada vez más colones para tratar de igualar su valor, lo cual en poco tiempo hará reventar la burbuja con quién sabe qué catastróficas consecuencias económicas para la población, sobre todo la de escasos ingresos.
Por la misma razón, al cabo de poco tiempo, los exportadores, entre quienes hay algunos que han estado pujando porque se reinstale el colón, tendrán que pagar más colones por dólar para el pago de sus materias primas importadas y, por la misma razón, se les volverán a encarecer las exportaciones y, en menos de lo que canta un gallo, perderán competitividad ante sus competidores regionales y extra regionales.
Las tasas de interés de los créditos bancarios también se incrementarán, al grado que si hoy se paga entre 8% y 11%, una vez se vuelva al colón las tasas podrían saltar con toda seguridad a cerda del 20 y hasta 22 por ciento.
Se encarecerá así el crédito productivo y por consecuencia, los nuevos bienes y servicios tendrán una razón más para subir de precio, mientras los salarios cada vez más pierden poder adquisitivo, es decir que constantemente se le estará rebajando el salario a los trabajadores y empeorando sus condicione de vida.
Además, al ser el colón una moneda no aceptada internacionalmente hará surgir de nuevo el mercado negro de dólares, lo que apreciará la divisa estadounidense y abaratará el precio de los futuros “atlacatl” con todas las consecuencias que ello traerá para la cada vez más maltrecha economía del país.
Así que, contrario a lo que hizo el Gobierno de ARENA, durante la administración de Francisco Flores, de no consultar con expertos de todas las tendencias, montar foros de discusión académica sobre el tema, antes de implementar la dolarización, así, si el Fmln está al frente del Gobierno de turno en 2014, deberá hacer todo eso para ver si conviene o no volver al colón.
Es más, después de que se hayan hecho todos esos debates de manera pública y, de ser posible, un pacto de nación, debería convocar a un plebiscito para ver si la mayoría de la población le da el sí o el no a la restauración del colón. En lo personal, creo que si hay un amplio debate público sobre el tema, se terminará imponiendo el no al colón.
viernes, 21 de enero de 2011
Subsidio al gas, un riesgo político
La discusión sobre si debe o no liberarse el precio del gas propano, más allá del ahorro para el erario público, ha tomado un giro netamente político. Y es que después de que dirigentes de la empresa privada le tomara la palabra a los centros de pensamiento y analistas económicos para reorientar el subsidio que el Gobierno da a los consumidores, ahora la pelota llegó a la cancha legislativa.
Aunque desconozco si la focalización del subsidio al gas licuado de petróleo (GLP) se puede implementar mediante un decreto ejecutivo, lo cierto es que en la sesión plenaria del 20 de enero, los diputados aprobaron con 59 votos enviar a estudio de la comisión de economía del Parlamento una propuesta que podría postergar el subsidio al gas propano.
La iniciativa fue presentada por la fracción legislativa del partido Alianza Republicana Nacionalista (ARENA), y busca que la población continúe gozando del beneficio actual y que no se focalice como lo pretende el Gobierno.
Esta misma semana (17-21 de enero) el presidente Mauricio Funes adelantó que analizará con mayor detenimiento el esquema de focalización del subsidio elaborado por el Ministerio de Economía, y que dependiendo de la información que le proporcione el gabinete económico, él decidirá si entra o no en febrero próximo, pero afirmó que la focalización "va, porque va".
El problema fundamental más, allá de algunas fallas técnicas que contiene el mecanismo para impulsarlo, ahora es político, más pensando en los votos que el partido en el Gobierno podría perder en las próximas elecciones legislativas y municipales.
Ahora bien, me parece que la propuesta de ARENA para que la comisión legislativa de economía analice los efectos de la liberación del precio del GLP en el bolsillo de los consumidores, tiene dos propósitos, uno, y el más aceptable, depurar el mecanismo para que sus efectos perversos sean los menores posibles y, dos, provocar que la entrada en vigencia del mismo se haga lo más cerca posible de las elecciones del próximo año.
Con esto, en el fondo, lo que pretende la bancada tricolor y el resto de fracciones que lo aprobaron, es que los efectos negativos de la medida estén frescos en la mente de los votantes, a fin de que den un voto de castigo al partido en el Gobierno y con ello recuperar ciertos escaños legislativos que perdió tras la fuga de algunos de sus diputados.
A mí, en lo personal, me parece que no deberían darle largas al asunto, y que se apruebe por decreto ejecutivo o legislativo, solo para los que consumen menos de 99 kilovatios hora mes, e incluir a los que no tienen energía eléctrica, por supuesto, ya que son familias realmente muy pobres; además deberá excluirse a los ranchos de playa y segundas casas, que mucha gente acomodada tiene en las grandes ciudades y otros lugares rurales del país, como fincas, por ejemplo, en aras de aplicar la medida con justicia y en beneficio solo de los más pobres.
Para no complicar el mecanismo elaborado, a menos que se encuentre uno mejor que se puede implementar más adelante, y evitar que se preste a corrupción, se debería dejar fuera a todos los pequeños negocios, pupuserías, tortillerías, comedores, panaderías, taquerías, carritos de “hog dog”, cafeterías y tortas “mexicanas”, por mencionar los más comunes que usan gas para preparar esos alimentos.
¿Por qué? Porque al incluirlos, el sistema se convertiría en una piñata que todo mundo querrá reventar para su propio beneficio, ya que es casi seguro que la mayoría de estos comerciantes siempre aumentarán el costo de sus productos, aduciendo que los han dejado fuera de la subvención estatal.
Por otra parte, no faltarán aquellos aprovechados que se inventarán pequeños negocios como estos, aunque “la venta” solo se haga para quienes viven en casa, y que con la mentirita piadosa de que no se vende, se beneficiarán de la medida.
Por otra parte, al margen de que el Gobierno no haya sido capaz de encontrar otro mecanismo mejor, como dicen algunos analistas, que solo critican y poco proponen, porque ni ellos mismos, igual que yo, no saben cómo hacerlo, y sino que lo digan a ver qué tan perfecto es su modelo, creo que debe echarse andar lo antes posible, basado en el universo de quienes consumen menos de 99 kilovatios hora mes, agregando las viviendas que no cuentan con energía eléctrica y sacando del sistema a los propietarios de ranchos de playa y segundas casas tanto en las ciudades como en el campo.
Los que consumimos arriba de 99 kilovatios hora mes algún poder de compra tenemos, y creo que es de justicia sacrificarnos en aras del bienestar de los más pobres y en especial de los extremadamente pobres.
Así el Gobierno puede cumplir su cometido de ahorrar más de 60 millones de dólares y honrar su compromiso ante el Fondo Monetario Internacional y otros organismos financieros multilaterales como el Banco Mundial y el Banco Interamericano de Desarrollo que casi han condicionado seguir concediendo créditos al país, a cambio de que se implemente la focalización al GLP.
Creo que es lo mejor si se quiere conservar la poca solvencia de las finanzas públicas y no complicarlas más, pues el país está a milímetros de ahorcarse en el árbol del FMI, como prestamista de última instancia, y eso no nos conviene a los salvadoreños, que siempre hemos demostrado que tenemos la creatividad y el coraje para salir adelante aún de las más duras pruebas, como el conflicto armado (que ya no debemos recordar), tormentas y terremotos.
Presidente, si yo estuviera en su puesto, lo implementaría desde febrero y asumiría el costo político que pueda traer la medida.
Hay heridas tan dolorosas, que es preferible curarlas de una vez aunque la medicina sea amarga en lugar de mantenerlas sangrando toda la vida.
Aunque desconozco si la focalización del subsidio al gas licuado de petróleo (GLP) se puede implementar mediante un decreto ejecutivo, lo cierto es que en la sesión plenaria del 20 de enero, los diputados aprobaron con 59 votos enviar a estudio de la comisión de economía del Parlamento una propuesta que podría postergar el subsidio al gas propano.
La iniciativa fue presentada por la fracción legislativa del partido Alianza Republicana Nacionalista (ARENA), y busca que la población continúe gozando del beneficio actual y que no se focalice como lo pretende el Gobierno.
Esta misma semana (17-21 de enero) el presidente Mauricio Funes adelantó que analizará con mayor detenimiento el esquema de focalización del subsidio elaborado por el Ministerio de Economía, y que dependiendo de la información que le proporcione el gabinete económico, él decidirá si entra o no en febrero próximo, pero afirmó que la focalización "va, porque va".
El problema fundamental más, allá de algunas fallas técnicas que contiene el mecanismo para impulsarlo, ahora es político, más pensando en los votos que el partido en el Gobierno podría perder en las próximas elecciones legislativas y municipales.
Ahora bien, me parece que la propuesta de ARENA para que la comisión legislativa de economía analice los efectos de la liberación del precio del GLP en el bolsillo de los consumidores, tiene dos propósitos, uno, y el más aceptable, depurar el mecanismo para que sus efectos perversos sean los menores posibles y, dos, provocar que la entrada en vigencia del mismo se haga lo más cerca posible de las elecciones del próximo año.
Con esto, en el fondo, lo que pretende la bancada tricolor y el resto de fracciones que lo aprobaron, es que los efectos negativos de la medida estén frescos en la mente de los votantes, a fin de que den un voto de castigo al partido en el Gobierno y con ello recuperar ciertos escaños legislativos que perdió tras la fuga de algunos de sus diputados.
A mí, en lo personal, me parece que no deberían darle largas al asunto, y que se apruebe por decreto ejecutivo o legislativo, solo para los que consumen menos de 99 kilovatios hora mes, e incluir a los que no tienen energía eléctrica, por supuesto, ya que son familias realmente muy pobres; además deberá excluirse a los ranchos de playa y segundas casas, que mucha gente acomodada tiene en las grandes ciudades y otros lugares rurales del país, como fincas, por ejemplo, en aras de aplicar la medida con justicia y en beneficio solo de los más pobres.
Para no complicar el mecanismo elaborado, a menos que se encuentre uno mejor que se puede implementar más adelante, y evitar que se preste a corrupción, se debería dejar fuera a todos los pequeños negocios, pupuserías, tortillerías, comedores, panaderías, taquerías, carritos de “hog dog”, cafeterías y tortas “mexicanas”, por mencionar los más comunes que usan gas para preparar esos alimentos.
¿Por qué? Porque al incluirlos, el sistema se convertiría en una piñata que todo mundo querrá reventar para su propio beneficio, ya que es casi seguro que la mayoría de estos comerciantes siempre aumentarán el costo de sus productos, aduciendo que los han dejado fuera de la subvención estatal.
Por otra parte, no faltarán aquellos aprovechados que se inventarán pequeños negocios como estos, aunque “la venta” solo se haga para quienes viven en casa, y que con la mentirita piadosa de que no se vende, se beneficiarán de la medida.
Por otra parte, al margen de que el Gobierno no haya sido capaz de encontrar otro mecanismo mejor, como dicen algunos analistas, que solo critican y poco proponen, porque ni ellos mismos, igual que yo, no saben cómo hacerlo, y sino que lo digan a ver qué tan perfecto es su modelo, creo que debe echarse andar lo antes posible, basado en el universo de quienes consumen menos de 99 kilovatios hora mes, agregando las viviendas que no cuentan con energía eléctrica y sacando del sistema a los propietarios de ranchos de playa y segundas casas tanto en las ciudades como en el campo.
Los que consumimos arriba de 99 kilovatios hora mes algún poder de compra tenemos, y creo que es de justicia sacrificarnos en aras del bienestar de los más pobres y en especial de los extremadamente pobres.
Así el Gobierno puede cumplir su cometido de ahorrar más de 60 millones de dólares y honrar su compromiso ante el Fondo Monetario Internacional y otros organismos financieros multilaterales como el Banco Mundial y el Banco Interamericano de Desarrollo que casi han condicionado seguir concediendo créditos al país, a cambio de que se implemente la focalización al GLP.
Creo que es lo mejor si se quiere conservar la poca solvencia de las finanzas públicas y no complicarlas más, pues el país está a milímetros de ahorcarse en el árbol del FMI, como prestamista de última instancia, y eso no nos conviene a los salvadoreños, que siempre hemos demostrado que tenemos la creatividad y el coraje para salir adelante aún de las más duras pruebas, como el conflicto armado (que ya no debemos recordar), tormentas y terremotos.
Presidente, si yo estuviera en su puesto, lo implementaría desde febrero y asumiría el costo político que pueda traer la medida.
Hay heridas tan dolorosas, que es preferible curarlas de una vez aunque la medicina sea amarga en lugar de mantenerlas sangrando toda la vida.
martes, 18 de enero de 2011
A prepararse para lo peor
Si los presagios del Banco Mundial acerca de que se revivirá la crisis de 2008 se llegaran a cumplir, entonces creo que retrocederíamos tanto que no me atrevo a pensar qué pasaría con el ejército de desempleados en este país y con las legiones de familias viviendo en pobreza absoluta y extrema.
Quienes sean los culpables de que estas crisis se vengan de un año para otro, no importa; si los chinos, los especuladores, los fondos buitres o los pícaros y estafadores como Madoff y compañía, pero si debe importar que los gobiernos estén preparados para enfrentarlas con cierto grado de éxito.
Pero en el caso de El Salvador, esa posibilidad está bastante difícil, por varias razones. Veamos las principales: Nos acaban de bajar la calificación de "BB" a "BB-" por parte de Standard & Poor's; nos vacunaron ya con la eliminación del subsidio a la energía para los que consumimos más de 99 kilovatios hora mes y, de ribete, nos pegaron otra buena enhebrada con el aumento del 8 por ciento a la factura eléctrica desde el 12 de enero.
Y como si eso fuera poco, los países productores y exportadores de petróleo ya hablan de que el precio de este comoditie va a llegar arriba de los $100 y hasta $120 el barril en los próximos meses, lo cual desataría una espiral inflacionaria que encarecería, incluso los boletos para entrar al infierno.
A lo anterior hay que agregarle que según el Banco Mundial viene una escasez de alimentos, como la soya, el trigo y la carne de res, debido a que el apetito de los chinos está creciendo cada día más, en la medida que su economía va mejorando, gracias a la llegada de más empresas provocada por la apertura comercial del gigante asiático.
Esto, si bien no sería el tiro de gracia, es probable que en algo también nos afecte en el desempeño de la economía local, sobre todo por la alta dependencia de la harina de trigo para el pan nuestro de cada día. Francés (largo y doblado) y de dulce, incluyendo las peperechas, que tanto nos gustan a los salvadoreños.
Y lo más reciente, es el anuncio de que ya se viene otra subida al precio del platillo favorito de los guanacos: los frijoles, por la escasez al irse agotando las pocas reservas que quedaron ante la raquítica cosecha del año pasado.
Añadamos ahora que estamos en un año pre electoral y que, como ocurre siempre, el fantasma de la incertidumbre política volverá a rondar por estos lares y, no me pregunten por qué, pero la inversión se congela o disminuye, hay fuga de capitales y en general la actividad productiva disminuye.
Ahora con mucha más razón, pues mucho se especula, que ante el resquebrajamiento del principal partido de oposición: ARENA, la balanza legislativa se vaya a inclinar tanto que le pudiera dar mayoría absoluta al FMLN gobernar con pleno libertinaje y conducir al país hacia el temido Socialismo del Siglo XXI.
Entonces sería el acabóse para las leves esperanzas que quedan de reactivar la economía, ya que comenzaría el éxodo masivo de capitales, se paralizaría la poca inversión privada en ejecución o por ejecutarse, no llegaría más inversión extranjera directa; el empleo seguiría cayendo, igual que el consumo que enfriaría cada vez más la dinámica económica.
Y como dije en otro comentario: la cosa se está poniendo peluda.
Quienes sean los culpables de que estas crisis se vengan de un año para otro, no importa; si los chinos, los especuladores, los fondos buitres o los pícaros y estafadores como Madoff y compañía, pero si debe importar que los gobiernos estén preparados para enfrentarlas con cierto grado de éxito.
Pero en el caso de El Salvador, esa posibilidad está bastante difícil, por varias razones. Veamos las principales: Nos acaban de bajar la calificación de "BB" a "BB-" por parte de Standard & Poor's; nos vacunaron ya con la eliminación del subsidio a la energía para los que consumimos más de 99 kilovatios hora mes y, de ribete, nos pegaron otra buena enhebrada con el aumento del 8 por ciento a la factura eléctrica desde el 12 de enero.
Y como si eso fuera poco, los países productores y exportadores de petróleo ya hablan de que el precio de este comoditie va a llegar arriba de los $100 y hasta $120 el barril en los próximos meses, lo cual desataría una espiral inflacionaria que encarecería, incluso los boletos para entrar al infierno.
A lo anterior hay que agregarle que según el Banco Mundial viene una escasez de alimentos, como la soya, el trigo y la carne de res, debido a que el apetito de los chinos está creciendo cada día más, en la medida que su economía va mejorando, gracias a la llegada de más empresas provocada por la apertura comercial del gigante asiático.
Esto, si bien no sería el tiro de gracia, es probable que en algo también nos afecte en el desempeño de la economía local, sobre todo por la alta dependencia de la harina de trigo para el pan nuestro de cada día. Francés (largo y doblado) y de dulce, incluyendo las peperechas, que tanto nos gustan a los salvadoreños.
Y lo más reciente, es el anuncio de que ya se viene otra subida al precio del platillo favorito de los guanacos: los frijoles, por la escasez al irse agotando las pocas reservas que quedaron ante la raquítica cosecha del año pasado.
Añadamos ahora que estamos en un año pre electoral y que, como ocurre siempre, el fantasma de la incertidumbre política volverá a rondar por estos lares y, no me pregunten por qué, pero la inversión se congela o disminuye, hay fuga de capitales y en general la actividad productiva disminuye.
Ahora con mucha más razón, pues mucho se especula, que ante el resquebrajamiento del principal partido de oposición: ARENA, la balanza legislativa se vaya a inclinar tanto que le pudiera dar mayoría absoluta al FMLN gobernar con pleno libertinaje y conducir al país hacia el temido Socialismo del Siglo XXI.
Entonces sería el acabóse para las leves esperanzas que quedan de reactivar la economía, ya que comenzaría el éxodo masivo de capitales, se paralizaría la poca inversión privada en ejecución o por ejecutarse, no llegaría más inversión extranjera directa; el empleo seguiría cayendo, igual que el consumo que enfriaría cada vez más la dinámica económica.
Y como dije en otro comentario: la cosa se está poniendo peluda.
viernes, 14 de enero de 2011
¡Qué comienzo de 2011!
Año Nuevo, vida nueva, dice el refrán. Y es que este 2011 El Salvador en vez de comenzar con pie derecho, lo hace bastante torcido, será casualidad; creo que no, porque ya van dos noticias lamentablemente negativas.
El 13 de enero, dos importantes entidades internacionales desmejoraron a El Salvador dos importantes indicadores que le toman el pulso a la actividad económica de los países. Se trata del Índice de Libertad Económica (ILE), elaborado por la Fundación Heritage y The Wall Street Journal; y la calificación crediticia, a cargo de Standard & Poor's.
En el caso del ILE se coloca al país en el puesto 39. Eso es 1.1 puntos menos que la calificación del año pasado, con énfasis en los derechos de propiedad y libertad frente a la corrupción.
En el caso de la calificación crediticia, S&P nos pasó de "BB" a "BB-", y aunque lo disfraza con "panorama estable", lo cierto es que vamos de mal en peor.
De acuerdo con el informe de la Fundación Heritage y The Wall Street Journal, la libertad económica de El Salvador sigue obstaculizada por las debilidades institucionales, en especial por un sistema judicial débil e ineficiente que necesita de reformas profundas.
Otro aspecto que pinta de mediocre al país es que ambas entidades afirman que la corrupción es significativa, a tal grado que el Índice de Percepción de la Corrupción de Transparencia Internacional ubica a El Salvador desde 2009 en el puesto 84 de 184 países, y todo apunta a que podría seguir cayendo por varios casos que han salpicado a algunos altos funcionarios de los órganos Ejecutivo y el Judicial.
El informe también señala que el país bajó 10 puntos en la protección de la propiedad privada, ya que las demandas se mueven muy lentamente y pueden ser costosas e improductivas. Aparte que las empresas manipulan el sistema legal y retrasan el cumplimiento definitivo de las sentencias. En este indicador, El Salvador aparece en la posición 71 de 125 naciones analizadas.
Aunque indica que "El Salvador ha dado pasos en los últimos años para mejorar su entorno empresarial, sin embargo, las regulaciones se hacen cumplir de manera incompatible", señala.
El reporte destaca que la ineficiencia judicial y la delincuencia son los principales obstáculos que enfrentan las empresas y por los cuales ven restringidas sus utilidades y por ello muchas no se animan a invertir más.
En cuanto al gasto público, los expertos indican que el país respondió a la recesión global principalmente a través de la reducción de gastos, disminución de la inversión pública y los préstamos, aunque esto no lo comparto, porque quienes vivimos aquí, sabemos que no es cierto, por más que lo diga el Gobierno.
Aquí está la contradicción del reporte de Heritage y el Wall Street Journal. El reporte dice que En el último año, el gasto total del Gobierno, incluyendo consumo y los pagos de transferencias, aumentaron ligeramente a 20 por ciento del PIB.
Retomando el informe de S&P, la rebaja de la calificación crediticia de "BB" a "BB-" se debe, según la calificadora, a la incertidumbre política que vive el país y que está afectando el desempeño de la economía.
Las discrepancias entre el presidente Mauricio Funes y el FMLN han acentuado la incertidumbre política y, como consecuencia, la economía camina sin rumbo, afirma la calificadora.
Según S&P "se espera que esto siga impidiendo el avance de una serie de reformas cruciales y finalmente debiliten la flexibilidad fiscal y las perspectivas de crecimiento económico".
Así las cosas, todo indica que el año de la esperanza, como creí que sería el 2011, se está convirtiendo poco a poco en el año del desespero.
A ello hay que agregar, las malas noticias del entorno internacional, como el pronóstico del alza de los precios de los principales comodities o materias primas y los alimentos que recién acaba de hacer el Banco Mundial, y para colmo el mismo día, como si todos se pusieron de acuerdo en que ese 13 de enero, el aniversario diez de los terremotos de 2001, se convierta en el jueves negro para El Salvador.
Ojalá, o como dicen los árabes "Oh Alá" que ese presagio tan negro no se concretice, porque entonces quien sabe si la economía y su base social resistan otro golpe que empuje de nuevo a terreno negativo el crecimiento del PIB.
Sería como acelerar un carro cuando va en reversa en una carretera que serpentea entre acantilados.
Así que si no queremos que el país se derrumbe tenemos que poner todo lo que esté a nuestro alcance tanto el Gobierno, como los empresarios y los trabajadores. Somos las tres fuerzas que podemos sacar al país adelante y lograr que se reviertan esos indicadores, para atraer inversión extranjera, que sumada a la privada local, nos ayude a fortalecer el tejido productivo capaz de generar empleo y bienestar para todos los salvadoreños.
Empezamos el año y de qué manera, pero los salvadoreños somos capaces de reponernos a toda adversidad y estas bajas de calificación son solo advertencias que nos harán recapacitar sobre lo que estamos haciendo mal, para comenzar a hacer mejor las cosas y levantarnos triunfantes como el Ave Fénix y más temprano que tarde poder gritarle al mundo "si se pudo".
El 13 de enero, dos importantes entidades internacionales desmejoraron a El Salvador dos importantes indicadores que le toman el pulso a la actividad económica de los países. Se trata del Índice de Libertad Económica (ILE), elaborado por la Fundación Heritage y The Wall Street Journal; y la calificación crediticia, a cargo de Standard & Poor's.
En el caso del ILE se coloca al país en el puesto 39. Eso es 1.1 puntos menos que la calificación del año pasado, con énfasis en los derechos de propiedad y libertad frente a la corrupción.
En el caso de la calificación crediticia, S&P nos pasó de "BB" a "BB-", y aunque lo disfraza con "panorama estable", lo cierto es que vamos de mal en peor.
De acuerdo con el informe de la Fundación Heritage y The Wall Street Journal, la libertad económica de El Salvador sigue obstaculizada por las debilidades institucionales, en especial por un sistema judicial débil e ineficiente que necesita de reformas profundas.
Otro aspecto que pinta de mediocre al país es que ambas entidades afirman que la corrupción es significativa, a tal grado que el Índice de Percepción de la Corrupción de Transparencia Internacional ubica a El Salvador desde 2009 en el puesto 84 de 184 países, y todo apunta a que podría seguir cayendo por varios casos que han salpicado a algunos altos funcionarios de los órganos Ejecutivo y el Judicial.
El informe también señala que el país bajó 10 puntos en la protección de la propiedad privada, ya que las demandas se mueven muy lentamente y pueden ser costosas e improductivas. Aparte que las empresas manipulan el sistema legal y retrasan el cumplimiento definitivo de las sentencias. En este indicador, El Salvador aparece en la posición 71 de 125 naciones analizadas.
Aunque indica que "El Salvador ha dado pasos en los últimos años para mejorar su entorno empresarial, sin embargo, las regulaciones se hacen cumplir de manera incompatible", señala.
El reporte destaca que la ineficiencia judicial y la delincuencia son los principales obstáculos que enfrentan las empresas y por los cuales ven restringidas sus utilidades y por ello muchas no se animan a invertir más.
En cuanto al gasto público, los expertos indican que el país respondió a la recesión global principalmente a través de la reducción de gastos, disminución de la inversión pública y los préstamos, aunque esto no lo comparto, porque quienes vivimos aquí, sabemos que no es cierto, por más que lo diga el Gobierno.
Aquí está la contradicción del reporte de Heritage y el Wall Street Journal. El reporte dice que En el último año, el gasto total del Gobierno, incluyendo consumo y los pagos de transferencias, aumentaron ligeramente a 20 por ciento del PIB.
Retomando el informe de S&P, la rebaja de la calificación crediticia de "BB" a "BB-" se debe, según la calificadora, a la incertidumbre política que vive el país y que está afectando el desempeño de la economía.
Las discrepancias entre el presidente Mauricio Funes y el FMLN han acentuado la incertidumbre política y, como consecuencia, la economía camina sin rumbo, afirma la calificadora.
Según S&P "se espera que esto siga impidiendo el avance de una serie de reformas cruciales y finalmente debiliten la flexibilidad fiscal y las perspectivas de crecimiento económico".
Así las cosas, todo indica que el año de la esperanza, como creí que sería el 2011, se está convirtiendo poco a poco en el año del desespero.
A ello hay que agregar, las malas noticias del entorno internacional, como el pronóstico del alza de los precios de los principales comodities o materias primas y los alimentos que recién acaba de hacer el Banco Mundial, y para colmo el mismo día, como si todos se pusieron de acuerdo en que ese 13 de enero, el aniversario diez de los terremotos de 2001, se convierta en el jueves negro para El Salvador.
Ojalá, o como dicen los árabes "Oh Alá" que ese presagio tan negro no se concretice, porque entonces quien sabe si la economía y su base social resistan otro golpe que empuje de nuevo a terreno negativo el crecimiento del PIB.
Sería como acelerar un carro cuando va en reversa en una carretera que serpentea entre acantilados.
Así que si no queremos que el país se derrumbe tenemos que poner todo lo que esté a nuestro alcance tanto el Gobierno, como los empresarios y los trabajadores. Somos las tres fuerzas que podemos sacar al país adelante y lograr que se reviertan esos indicadores, para atraer inversión extranjera, que sumada a la privada local, nos ayude a fortalecer el tejido productivo capaz de generar empleo y bienestar para todos los salvadoreños.
Empezamos el año y de qué manera, pero los salvadoreños somos capaces de reponernos a toda adversidad y estas bajas de calificación son solo advertencias que nos harán recapacitar sobre lo que estamos haciendo mal, para comenzar a hacer mejor las cosas y levantarnos triunfantes como el Ave Fénix y más temprano que tarde poder gritarle al mundo "si se pudo".
jueves, 13 de enero de 2011
La esperanza
Tal vez este comentario no tenga nada que ver con la temática de este blog, pero a veces es bueno filosofar sobre otros temas, quizá muy personales, y es posible que hasta valga la pena. Así que espero hacerlos meditar un poco.
Bien dice el refrán popular que las esperanzas no llenan, pero mantienen al tonto. Así que trata de no seguirlo siendo, y en vez de esperar, ponte en acción. La misma palabra de Dios dice: al que toca la puerta, se le abrirá, el que busca, encuentra, y al que pide, se le dará.
Es más, la oración misma significa que hay que orar (pedir) a Dios, pero a la vez que debemos ponernos en acción para conseguir lo que le pedimos.
Así que no te quedes allí “paradote”, esperando que todo te caiga del cielo, porque del cielo solo cae la lluvia, pero si no construyes la cisterna para almacenarla, seguirás pasando sed.
Nunca le pidas a Dios que haga todo por ti. Él ya hizo lo suficiente; te dio la vida, tus ojos para que te enseñen el camino, tus pies para que camines hacia la prosperidad, tus manos para que trabajes por tu bienestar, tu cerebro para que pienses como alcanzarlos y tu boca para que le pidas pero, sobre todo, te dio la libertad para que decidas tu propio destino.
Nunca te conformes con lo que tienes, a menos que lo que tengas no te alcance para compartirlo con tu familia, tus vecinos, tus amigos y los que nada o muy poco tienen.
Cuando le pidas a Dios que te ayude a conseguir algo, material sobre todo, ten fe de que Él lo hará, si estás dispuesto a compartir su bendición con otros. Pero si piensas solo para ti, lo más seguro es que tendrás que seguir esperando. Dios no contesta las oraciones egoístas.
Recuerda que las manos que siempre dan, nunca están vacías, es la ley de la recompensa; alguien tiene que desprenderse de lo que posee para que otro tenga y ese alguien es Dios, que siempre está dispuesto a darte, cuando sabe que tu harás lo mismo con lo que él te dé.
Pruébate, desiste de lo que no utilizas, no lo guardes pensando que algún día lo usarás, tampoco lo botes, como hacen muchos cuando pasa el camión de la basura, regálalo; siempre hay alguien que lo puede necesitar, a parte de que te creará un vació que de alguna forma tendrás que llenar y, por lo general, será con cosas nuevas.
Sé generoso, no seas como el azadón, que solo es para adentro, más bien sé como la pala, que siempre está dando y no se cansa de dar. La generosidad es el mejor don de Dios, que siendo el dueño de todo lo que es y existe, quiso compartir su creación con nosotros.
Recuerda que las cosas viejas acumuladas en casa no permiten que lleguen las nuevas, porque no hay espacio para más, así que llévalas a un albergue, dárselas a la gente pobre. Ellos te lo agradecerán, y Dios que conoce todas tus necesidades te recompensará en grande.
Bien dice el refrán popular que las esperanzas no llenan, pero mantienen al tonto. Así que trata de no seguirlo siendo, y en vez de esperar, ponte en acción. La misma palabra de Dios dice: al que toca la puerta, se le abrirá, el que busca, encuentra, y al que pide, se le dará.
Es más, la oración misma significa que hay que orar (pedir) a Dios, pero a la vez que debemos ponernos en acción para conseguir lo que le pedimos.
Así que no te quedes allí “paradote”, esperando que todo te caiga del cielo, porque del cielo solo cae la lluvia, pero si no construyes la cisterna para almacenarla, seguirás pasando sed.
Nunca le pidas a Dios que haga todo por ti. Él ya hizo lo suficiente; te dio la vida, tus ojos para que te enseñen el camino, tus pies para que camines hacia la prosperidad, tus manos para que trabajes por tu bienestar, tu cerebro para que pienses como alcanzarlos y tu boca para que le pidas pero, sobre todo, te dio la libertad para que decidas tu propio destino.
Nunca te conformes con lo que tienes, a menos que lo que tengas no te alcance para compartirlo con tu familia, tus vecinos, tus amigos y los que nada o muy poco tienen.
Cuando le pidas a Dios que te ayude a conseguir algo, material sobre todo, ten fe de que Él lo hará, si estás dispuesto a compartir su bendición con otros. Pero si piensas solo para ti, lo más seguro es que tendrás que seguir esperando. Dios no contesta las oraciones egoístas.
Recuerda que las manos que siempre dan, nunca están vacías, es la ley de la recompensa; alguien tiene que desprenderse de lo que posee para que otro tenga y ese alguien es Dios, que siempre está dispuesto a darte, cuando sabe que tu harás lo mismo con lo que él te dé.
Pruébate, desiste de lo que no utilizas, no lo guardes pensando que algún día lo usarás, tampoco lo botes, como hacen muchos cuando pasa el camión de la basura, regálalo; siempre hay alguien que lo puede necesitar, a parte de que te creará un vació que de alguna forma tendrás que llenar y, por lo general, será con cosas nuevas.
Sé generoso, no seas como el azadón, que solo es para adentro, más bien sé como la pala, que siempre está dando y no se cansa de dar. La generosidad es el mejor don de Dios, que siendo el dueño de todo lo que es y existe, quiso compartir su creación con nosotros.
Recuerda que las cosas viejas acumuladas en casa no permiten que lleguen las nuevas, porque no hay espacio para más, así que llévalas a un albergue, dárselas a la gente pobre. Ellos te lo agradecerán, y Dios que conoce todas tus necesidades te recompensará en grande.
martes, 11 de enero de 2011
Carta al presidente
Como ya pasó la Navidad y el día de los Reyes Magos, entonces le envío esta carta al presidente de los salvadoreños, no sé si de todos, pero quiero pedirle lo que cualquier ciudadano de a pie podría requerirle.
Primero que nada, que ya es hora de hacer algo por combatir los problemas fundamentales que aquejan a todas las personas que vivimos en este Pulgarcito de América, que son: La delincuencia, la falta de seguridad jurídica, aunque esto también depende de la Asamblea que hace las leyes y de la Corte Suprema de Justicia que debería hacer que se apliquen y cumplan; la falta de rumbo económico y las contradicciones entre él y su partido, que no reflejan la unidad de criterios con que se debe gobernar un país.
También que debe evitar, en cuanto le sea posible, seguir contratando deuda pública, a no ser que sea para inversión en actividades productivas, no se debe caer en la teoría keynesiana de abrir hoyos y volverlos a tapar solo para generar empleo; reducir el gasto corriente, y esto va con los tres órganos del Estado, como la compra de flotas de vehículos, a menos que sea estrictamente necesario; aviones, viajes al extranjero (evitando que vayan funcionarios innecesarios y periodistas), publicidad, aumentos de salarios (pues los empleados públicos son los que mejor ganan) y evitar el despilfarro de papelería, útiles y equipos de oficina, que es algo común en todas las entidades públicas, para mencionar algunos.
No espero que esos problemas se eliminen, porque sería una utopía, pero al menos que se reduzcan, con lo cual se enviará un mensaje de certidumbre tanto a los inversionistas locales como extranjeros para que comiencen a invertir aquí, con lo cual se generará empleo, crecerá el consumo y aumentará la recaudación tributaria, sin crear nuevos ni aumentar los impuestos, que se necesita para mejorar los servicios públicos, en especial la salud y la educación, que son pilares fundamentales para el desarrollo y crecimiento económico sostenido de largo plazo.
También debe evitar la tentación de subir impuestos o crear nuevos para aumentar la recaudación tributaria, mejor se deben buscar los mecanismos para hacer que paguen los que siempre han evadido y el sector informal que mueve grandes volúmenes de mercancías por medio de vendedores ambulantes.
Es de justicia que todos paguemos impuestos, y no que la carga tributaria recaiga únicamente sobre los mismos de siempre, en especial los asalariados que no tenemos manera de evitar que se nos descuente la renta de nuestros salarios, pues el empresario y los profesionales independientes se las arreglan para trasladar este impuesto a los consumidores.
Hay actividades productivas que por ser altas generadoras de empleo deberían tener incentivos, pero que no sean dádivas del Gobierno (como el drawback) o las exenciones fiscales, sino más bien crear la infraestructura y condiciones de operatividad necesarias para mejorar su desempeño.
Lo anterior pasa por mejorar el estado de las carreteras, bajar las tarifas en puertos y aeropuertos, bajar los intereses para capital de trabajo, reducir los trámites para la creación de empresas, concesionar a un inversionista de clase mundial y convertir el puerto de La Unión y su zona extraportuaria en un parque industrial donde se transformen las materias primas y se añada valor a algunas mercancías importadas para luego exportarlas.
Con la construcción de la Carretera Longitudinal del Norte, con los Fondos del Milenio (Fomilenio), que estará terminada el tercer trimestre del próximo año, se abre una buena oportunidad para descentrlizar gran parte de la estructura productiva nacional, lo cual puede llevar desarrollo a esa franja del territorio y, lo que es mejor, detener la migración del campo a las ciudades del gran San Salvador.
También se debe hace un mejor uso de los tratados de libre comercio, sobre todo el CAFTA, propiciando la atracción de empresas extranjeras de países como Brasil, China, India, Rusia (BRIC) y otros que por su enorme distancia con Estados, les saldría más barato establecerse en El Salvador y exportar desde aquí al mercado más grande del mundo y otras naciones con las que tenemos tratados de libre comercio.
En fin hay tanto que se puede hacer para que la economía de El Salvador despegue y crezca sostenidamente, pues tenemos la ventaja de que al ser pequeños solo necesitamos re dirigir nuestras exportaciones a aquellos países que son altos consumidores como Estados Unidos, México y Canadá, además de los que tenemos cerca en Centroamérica, Sur América y quizá Europa; para qué buscar mercados tan lejanos como los de Asia, si los costos respecto de sus vecinos nos van a sacar de competencia.
Con una buena política de exportaciones basada en añadir valor a lo importado, más los bienes netamente locales y tradicionales, lo único que falta es creatividad y atacar los principales problemas que nos mantienen estancados. Lo demás vendrá por añadidura.
Primero que nada, que ya es hora de hacer algo por combatir los problemas fundamentales que aquejan a todas las personas que vivimos en este Pulgarcito de América, que son: La delincuencia, la falta de seguridad jurídica, aunque esto también depende de la Asamblea que hace las leyes y de la Corte Suprema de Justicia que debería hacer que se apliquen y cumplan; la falta de rumbo económico y las contradicciones entre él y su partido, que no reflejan la unidad de criterios con que se debe gobernar un país.
También que debe evitar, en cuanto le sea posible, seguir contratando deuda pública, a no ser que sea para inversión en actividades productivas, no se debe caer en la teoría keynesiana de abrir hoyos y volverlos a tapar solo para generar empleo; reducir el gasto corriente, y esto va con los tres órganos del Estado, como la compra de flotas de vehículos, a menos que sea estrictamente necesario; aviones, viajes al extranjero (evitando que vayan funcionarios innecesarios y periodistas), publicidad, aumentos de salarios (pues los empleados públicos son los que mejor ganan) y evitar el despilfarro de papelería, útiles y equipos de oficina, que es algo común en todas las entidades públicas, para mencionar algunos.
No espero que esos problemas se eliminen, porque sería una utopía, pero al menos que se reduzcan, con lo cual se enviará un mensaje de certidumbre tanto a los inversionistas locales como extranjeros para que comiencen a invertir aquí, con lo cual se generará empleo, crecerá el consumo y aumentará la recaudación tributaria, sin crear nuevos ni aumentar los impuestos, que se necesita para mejorar los servicios públicos, en especial la salud y la educación, que son pilares fundamentales para el desarrollo y crecimiento económico sostenido de largo plazo.
También debe evitar la tentación de subir impuestos o crear nuevos para aumentar la recaudación tributaria, mejor se deben buscar los mecanismos para hacer que paguen los que siempre han evadido y el sector informal que mueve grandes volúmenes de mercancías por medio de vendedores ambulantes.
Es de justicia que todos paguemos impuestos, y no que la carga tributaria recaiga únicamente sobre los mismos de siempre, en especial los asalariados que no tenemos manera de evitar que se nos descuente la renta de nuestros salarios, pues el empresario y los profesionales independientes se las arreglan para trasladar este impuesto a los consumidores.
Hay actividades productivas que por ser altas generadoras de empleo deberían tener incentivos, pero que no sean dádivas del Gobierno (como el drawback) o las exenciones fiscales, sino más bien crear la infraestructura y condiciones de operatividad necesarias para mejorar su desempeño.
Lo anterior pasa por mejorar el estado de las carreteras, bajar las tarifas en puertos y aeropuertos, bajar los intereses para capital de trabajo, reducir los trámites para la creación de empresas, concesionar a un inversionista de clase mundial y convertir el puerto de La Unión y su zona extraportuaria en un parque industrial donde se transformen las materias primas y se añada valor a algunas mercancías importadas para luego exportarlas.
Con la construcción de la Carretera Longitudinal del Norte, con los Fondos del Milenio (Fomilenio), que estará terminada el tercer trimestre del próximo año, se abre una buena oportunidad para descentrlizar gran parte de la estructura productiva nacional, lo cual puede llevar desarrollo a esa franja del territorio y, lo que es mejor, detener la migración del campo a las ciudades del gran San Salvador.
También se debe hace un mejor uso de los tratados de libre comercio, sobre todo el CAFTA, propiciando la atracción de empresas extranjeras de países como Brasil, China, India, Rusia (BRIC) y otros que por su enorme distancia con Estados, les saldría más barato establecerse en El Salvador y exportar desde aquí al mercado más grande del mundo y otras naciones con las que tenemos tratados de libre comercio.
En fin hay tanto que se puede hacer para que la economía de El Salvador despegue y crezca sostenidamente, pues tenemos la ventaja de que al ser pequeños solo necesitamos re dirigir nuestras exportaciones a aquellos países que son altos consumidores como Estados Unidos, México y Canadá, además de los que tenemos cerca en Centroamérica, Sur América y quizá Europa; para qué buscar mercados tan lejanos como los de Asia, si los costos respecto de sus vecinos nos van a sacar de competencia.
Con una buena política de exportaciones basada en añadir valor a lo importado, más los bienes netamente locales y tradicionales, lo único que falta es creatividad y atacar los principales problemas que nos mantienen estancados. Lo demás vendrá por añadidura.
lunes, 10 de enero de 2011
Un año de esperanzas
2011 podría ser un año de esperanzas si el Gobierno, después de 18 meses de aprendizaje sobre la conducción del país, comienza a hacer bien las cosas, no digo que todo lo haya hecho mal, pero aparte de repartir migajas entre los más pobres, no ha hecho mucho para mejorar la situación económica de la clase media baja y media, que es sobre quienes recae la mayor parte del peso de mantener al Gobierno con el aporte de sus tributos.
De los que pagamos impuestos, no todos podemos evadir, ni debemos hacerlo; los desempleados y los pobres que ganan el salario mínimo no aportan tributos al fisco, con excepción del IVA que lo pagamos por igual en cada bien o servicio que consumimos.
A parte de ello, y en el caso del impuesto sobre la renta, Los inversionistas, empresarios y profesionales independientes se las ingenian a través de sus abogados y contadores para trasladarlo a los consumidores, pero los asalariados estamos crucificados porque nos lo descuentan en la planilla.
De manera que es la población económicamente activa empleada, con remuneración por encima del salario mínimo, sobre quien descansa el grueso de los ingresos tributarios que recibe el Gobierno, como repito con excepción del IVA que lo pagamos todos.
De allí que, como ocurre en todo el mundo, es este segmento de población el que mantiene a los empleados públicos, paga los subsidios estatales al gas para cocinar, a la energía, el drawback de los exportadores, la semilla mejorada de los campesinos que siembran el maíz y el frijol, y buena parte de las contribuciones especiales para el Fosalud, el Fovial, el transporte colectivo, el pago de pensiones.
Además mantenemos con nuestros cotizaciones el Instituto Salvadoreño del Seguro Social, que una buena parte de nosotros no utilizamos por la mala atención, pues de dos o tres medicamentos que recetan, al menos una hay que comprarla, aparte de que dejan citas hasta para un año, por lo que incurrimos en gastos extra yendo al médico particular y a hospitales privados.
Como si eso fuera poco tenemos que invertir en educación privada para nuestros hijos, pues el sistema público no cubre los anhelos de tener una juventud bien preparada para optar a un empleo digno y bien remunerado que llene sus expectativas de vida y un futuro mejor.
También por la falta de seguridad policial, muchos salvadoreños pobres, de clase media baja, clase media alta y algunos ricos son extorsionados por las pandillas o tienen que pagar altas sumas de dinero en vigilancia privada en sus lugares de residencia y centros de trabajo para protegerse de la delincuencia.
Para colmo, el nuevo gobierno ha rebasado los límites del endeudamiento público, fondos que en su mayoría son para gasto corriente, que al final del día terminaremos pagando los mismos salvadoreños, siempre con nuestros impuestos.
A pesar de todo ello, este año puede ser mejor si la mayoría de los 7.4 millones de salvadoreños que vivimos aquí hacemos a un lado la indiferencia, la desidia, la desesperanza y el negativismo y nos armamos de optimismo, coraje y valor para empuñar las armas del trabajo, la educación y el emprendedurismo, necesarios para forjar una patria mejor, en la que no volvamos a poner nuestras esperanzas de progreso en los gobiernos, que muy poco pueden hacer por nuestro bienestar, que al final depende del esfuerzo que cada uno de nosotros pongamos en superarnos a nosotros mismos para lograr un futuro mejor.
Debemos entender que los gobiernos no generan empleos, que esta tarea es responsabilidad de los inversionistas y empresarios, debemos entender que a los políticos no les interesa legislar, ejecutar e impartir justicia, sino es para sus propios intereses y el de sus financistas de campaña.
y que el bienestar de la población es lo menos en que piensan, porque son expertos en vivir prometiendo un mundo mejor, que es lo que menos quieren, porque saben que en la medida que las familias progresan menos creerán su sarta de mentiras con las que pretenden convencernos de que luchan por mejorar lo que está mal.
Finalmente, compatriotas, debemos entender que el bienestar colectivo, solo lo lograremos en la medida que cada uno de nosotros se esfuerce individualmente por ser cada día mejores padres, mejores, hijos, mejores esposos, mejores patronos, mejores empresarios, mejores trabajadores, mejores vecinos, mejores compañeros de trabajo y mejores amigos.
Solo cuando sintamos el dolor ajeno y entendamos que es nuestro deber ayudar a quienes lo padecen compartiendo con ellos el producto de nuestro trabajo, estaremos listos para empezar a crecer económicamente, porque entonces al fin comprenderemos que si Dios hubiera querido ser egoísta y disfrutar él solo los frutos de su creación no hubiera creado al ser humano para compartirlos.
De los que pagamos impuestos, no todos podemos evadir, ni debemos hacerlo; los desempleados y los pobres que ganan el salario mínimo no aportan tributos al fisco, con excepción del IVA que lo pagamos por igual en cada bien o servicio que consumimos.
A parte de ello, y en el caso del impuesto sobre la renta, Los inversionistas, empresarios y profesionales independientes se las ingenian a través de sus abogados y contadores para trasladarlo a los consumidores, pero los asalariados estamos crucificados porque nos lo descuentan en la planilla.
De manera que es la población económicamente activa empleada, con remuneración por encima del salario mínimo, sobre quien descansa el grueso de los ingresos tributarios que recibe el Gobierno, como repito con excepción del IVA que lo pagamos todos.
De allí que, como ocurre en todo el mundo, es este segmento de población el que mantiene a los empleados públicos, paga los subsidios estatales al gas para cocinar, a la energía, el drawback de los exportadores, la semilla mejorada de los campesinos que siembran el maíz y el frijol, y buena parte de las contribuciones especiales para el Fosalud, el Fovial, el transporte colectivo, el pago de pensiones.
Además mantenemos con nuestros cotizaciones el Instituto Salvadoreño del Seguro Social, que una buena parte de nosotros no utilizamos por la mala atención, pues de dos o tres medicamentos que recetan, al menos una hay que comprarla, aparte de que dejan citas hasta para un año, por lo que incurrimos en gastos extra yendo al médico particular y a hospitales privados.
Como si eso fuera poco tenemos que invertir en educación privada para nuestros hijos, pues el sistema público no cubre los anhelos de tener una juventud bien preparada para optar a un empleo digno y bien remunerado que llene sus expectativas de vida y un futuro mejor.
También por la falta de seguridad policial, muchos salvadoreños pobres, de clase media baja, clase media alta y algunos ricos son extorsionados por las pandillas o tienen que pagar altas sumas de dinero en vigilancia privada en sus lugares de residencia y centros de trabajo para protegerse de la delincuencia.
Para colmo, el nuevo gobierno ha rebasado los límites del endeudamiento público, fondos que en su mayoría son para gasto corriente, que al final del día terminaremos pagando los mismos salvadoreños, siempre con nuestros impuestos.
A pesar de todo ello, este año puede ser mejor si la mayoría de los 7.4 millones de salvadoreños que vivimos aquí hacemos a un lado la indiferencia, la desidia, la desesperanza y el negativismo y nos armamos de optimismo, coraje y valor para empuñar las armas del trabajo, la educación y el emprendedurismo, necesarios para forjar una patria mejor, en la que no volvamos a poner nuestras esperanzas de progreso en los gobiernos, que muy poco pueden hacer por nuestro bienestar, que al final depende del esfuerzo que cada uno de nosotros pongamos en superarnos a nosotros mismos para lograr un futuro mejor.
Debemos entender que los gobiernos no generan empleos, que esta tarea es responsabilidad de los inversionistas y empresarios, debemos entender que a los políticos no les interesa legislar, ejecutar e impartir justicia, sino es para sus propios intereses y el de sus financistas de campaña.
y que el bienestar de la población es lo menos en que piensan, porque son expertos en vivir prometiendo un mundo mejor, que es lo que menos quieren, porque saben que en la medida que las familias progresan menos creerán su sarta de mentiras con las que pretenden convencernos de que luchan por mejorar lo que está mal.
Finalmente, compatriotas, debemos entender que el bienestar colectivo, solo lo lograremos en la medida que cada uno de nosotros se esfuerce individualmente por ser cada día mejores padres, mejores, hijos, mejores esposos, mejores patronos, mejores empresarios, mejores trabajadores, mejores vecinos, mejores compañeros de trabajo y mejores amigos.
Solo cuando sintamos el dolor ajeno y entendamos que es nuestro deber ayudar a quienes lo padecen compartiendo con ellos el producto de nuestro trabajo, estaremos listos para empezar a crecer económicamente, porque entonces al fin comprenderemos que si Dios hubiera querido ser egoísta y disfrutar él solo los frutos de su creación no hubiera creado al ser humano para compartirlos.
domingo, 2 de enero de 2011
Año Nuevo
Año Nuevo, vida nueva dice el refrán popular. Por eso en este 2011 debemos cambiar aquellas cosas que no nos permitieron la realización completa en nuestro proyecto de vida.
Lo primero es ponernos a cuenta con nuestro Dios. Ese Dios amoroso que, a pesar de nuestros pecados, siempre está dispuesto a perdonarnos y darnos cuánto le pidamos, si lo hacemos con fe y poniendo también de nuestra parte lo que nos corresponde, todo el esfuerzo que podamos hacer para lograr lo que nos propongamos con su ayuda.
Comencemos por hacer un recuento de lo que no hicimos bien, y si algo de eso todavía está en nuestro proyecto de vida, propongámonos hacerlo mejor este año.
Ser una mejor persona nos ayudará mucho. Armarnos de mucho valor para tomar buenas decisiones en todo proyecto que visualicemos emprender también nos será imprescindible.
No debemos olvidar que para lograr el éxito en todo lo que emprendamos, debemos primero poner todo proyecto en las manos de Dios, y poner mucha dedicación, voluntad y todo el conocimiento que tengamos al respecto y buscando la ayuda de personas que saben más que nosotros sobre el tema.
Si hemos sido desordenados en administrar nuestras finanzas, este año ordenémonos y todo nos saldrá bien. Veremos cómo haciendo un uso más racional de nuestros recursos, éstos nos alcanzarán para algo más.
No gastemos en cosas innecesarias, solo porque las encontramos en oferta, adquiramos única y exclusivamente lo que necesitemos para la familia.
Seamos austeros, más no tacaños; en la medida de nuestras posibilidades tratemos de ayudar a alguien que sepamos que tiene necesidad de algo que nosotros estemos en condición de dar sin esperar nada a cambio.
Cuando demos algo nunca lo hagamos pensando en que esa u otra persona nos devolverán el favor: Creo que en esto no aplica el refrán que dice: hoy por ti, mañana por mi.
En lugar de pedir aumento de salario, primero demostremos que lo merecemos y luego, estoy seguro, que sin pedirlo, nos lo darán.
Eliminemos esa actitud egoísta que hemos mantenido siempre de pensar que el Gobierno tiene la obligación de darnos casi todo a cambio de los pírricos impuestos que pagamos. En vez de ello, seamos consecuentes con las necesidades de los que menos tienen y paguemos si es posible más de los tributos que nos tocan para que el Estado pueda ayudar a los más pobres.
Cuando tengamos que elogiar lo bueno de alguien, hagámoslo en público, y cuando nos toque criticar a alguien pensémoslo más de una vez y, solo que sea necesario, llamémoslo y digámoselo a él solo, con el debido respeto y el respectivo consejo.
Si algo no nos gusta, pero no nos incumbe o no nos afectan sus consecuencias, sencillamente ignorémoslo.
Algo importante es que debemos comprender que la felicidad no se logra solo teniendo todo las cosas materiales que nos mejoran nuestro bienestar, a veces se es más feliz compartiendo lo poco que tenemos que tratando de acumular todo lo que podamos para nosotros solos. No seamos como el azadón, solo para adentro; tenemos que ser como la pala que siempre está dando.
Y sobre todo démonos tiempo para disfrutar de las bellezas naturales que nuestro Dios dejó. No seamos como la rueda que corre y corre, y aunque llega más rápido a su meta, en el caso de nosotros de lograr todo lo material para nuestro bienestar, no tiene la oportunidad de apreciar la belleza de la creación.
Y sobre todo amemos a Dios con toda nuestra alma, con todo nuestro corazón y con toda nuestra mente y a nuestro prójimo como a nosotros mismos y lo demás vendrá por añadidura.
Lo primero es ponernos a cuenta con nuestro Dios. Ese Dios amoroso que, a pesar de nuestros pecados, siempre está dispuesto a perdonarnos y darnos cuánto le pidamos, si lo hacemos con fe y poniendo también de nuestra parte lo que nos corresponde, todo el esfuerzo que podamos hacer para lograr lo que nos propongamos con su ayuda.
Comencemos por hacer un recuento de lo que no hicimos bien, y si algo de eso todavía está en nuestro proyecto de vida, propongámonos hacerlo mejor este año.
Ser una mejor persona nos ayudará mucho. Armarnos de mucho valor para tomar buenas decisiones en todo proyecto que visualicemos emprender también nos será imprescindible.
No debemos olvidar que para lograr el éxito en todo lo que emprendamos, debemos primero poner todo proyecto en las manos de Dios, y poner mucha dedicación, voluntad y todo el conocimiento que tengamos al respecto y buscando la ayuda de personas que saben más que nosotros sobre el tema.
Si hemos sido desordenados en administrar nuestras finanzas, este año ordenémonos y todo nos saldrá bien. Veremos cómo haciendo un uso más racional de nuestros recursos, éstos nos alcanzarán para algo más.
No gastemos en cosas innecesarias, solo porque las encontramos en oferta, adquiramos única y exclusivamente lo que necesitemos para la familia.
Seamos austeros, más no tacaños; en la medida de nuestras posibilidades tratemos de ayudar a alguien que sepamos que tiene necesidad de algo que nosotros estemos en condición de dar sin esperar nada a cambio.
Cuando demos algo nunca lo hagamos pensando en que esa u otra persona nos devolverán el favor: Creo que en esto no aplica el refrán que dice: hoy por ti, mañana por mi.
En lugar de pedir aumento de salario, primero demostremos que lo merecemos y luego, estoy seguro, que sin pedirlo, nos lo darán.
Eliminemos esa actitud egoísta que hemos mantenido siempre de pensar que el Gobierno tiene la obligación de darnos casi todo a cambio de los pírricos impuestos que pagamos. En vez de ello, seamos consecuentes con las necesidades de los que menos tienen y paguemos si es posible más de los tributos que nos tocan para que el Estado pueda ayudar a los más pobres.
Cuando tengamos que elogiar lo bueno de alguien, hagámoslo en público, y cuando nos toque criticar a alguien pensémoslo más de una vez y, solo que sea necesario, llamémoslo y digámoselo a él solo, con el debido respeto y el respectivo consejo.
Si algo no nos gusta, pero no nos incumbe o no nos afectan sus consecuencias, sencillamente ignorémoslo.
Algo importante es que debemos comprender que la felicidad no se logra solo teniendo todo las cosas materiales que nos mejoran nuestro bienestar, a veces se es más feliz compartiendo lo poco que tenemos que tratando de acumular todo lo que podamos para nosotros solos. No seamos como el azadón, solo para adentro; tenemos que ser como la pala que siempre está dando.
Y sobre todo démonos tiempo para disfrutar de las bellezas naturales que nuestro Dios dejó. No seamos como la rueda que corre y corre, y aunque llega más rápido a su meta, en el caso de nosotros de lograr todo lo material para nuestro bienestar, no tiene la oportunidad de apreciar la belleza de la creación.
Y sobre todo amemos a Dios con toda nuestra alma, con todo nuestro corazón y con toda nuestra mente y a nuestro prójimo como a nosotros mismos y lo demás vendrá por añadidura.
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